Gerontología - Universidad Maimónides

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Claves para preservar mejor la memoria

Entrevista con Bruce Miller, referente mundial en neurología cognitiva

La actividad física, una alimentación sana y las redes sociales han demostrado ser útiles para el cuidado de la mente

Por Nora Bär
De la Redacción de LA NACION
Domingo 10 de agosto de 2008

Ojalá todos pudiéramos gozar de la vitalidad de Oscar Niemeyer: a punto de cumplir los 101, el célebre arquitecto brasileño está perfectamente lúcido y en plena actividad. Pero a los mortales comunes y corrientes que tienen la fortuna de vivir muchos años -un grupo creciente, dado el aumento de la expectativa de vida- los fantasmas de la demencia y los problemas de memoria los acechan a la vuelta del camino.

Bruce Miller, profesor de neurología de la Universidad de California en San Francisco, lo sabe bien: director del Centro de Memoria y Envejecimiento de esa universidad, es reconocido como uno de los especialistas más destacados del mundo (y tal vez el más prominente) en neurología cognitiva, especialidad que centra su estudio en patologías degenerativas del cerebro que tienen que ver con el comportamiento.

Miller, que la semana última estuvo en Buenos Aires para participar en la Segunda Conferencia de Alzheimer Iberoamérica, organizada por la Asociación de Lucha contra el Mal de Alzheimer, y para discutir nuevas colaboraciones con el grupo de Facundo Manes en el Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco) y en el Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, está iluminando algunos de los procesos que los explican y explorando nuevas maneras de enfrentarlos.

-¿Es un destino ineludible padecer severos problemas de memoria al envejecer?

-Los datos con que contamos hoy son un poco inquietantes. Cuando uno sobrepasa los ochenta años, el riesgo es de alrededor del 20%, después de los 90, aumenta al 40%, y después de los cien, prácticamente todo el mundo los sufre. De modo que cuanto más envejecemos, menos personas carecen de desórdenes de memoria. Pero creo que hay una gran esperanza: algunas cosas simples, como hacer ejercicio, comer bien, nos ayudan a envejecer mejor. Sin embargo, vamos a necesitar fármacos si queremos detener esta epidemia.

-¿Tiene sentido prolongar tanto la vida si vamos a olvidarnos de todo?

-Es una de las cosas más trágicas que ocurren, que nuestros viejos, los más sabios, los que nos cuentan la historia de nuestra familia y de la sociedad estén perdiendo sus recuerdos. Son personas que pueden jugar un papel tan importante...
-¿Qué cambios de la memoria pueden considerarse normales?

-La mayoría de nosotros no sufrirá problemas graves antes de los ochenta, pero todos nos damos cuenta de que vamos perdiendo nuestra capacidad de recordar. Por ejemplo, después de los treinta, no aprendemos tan fácilmente nuevos idiomas. Muchas cosas van disminuyendo con la edad. Todos las percibimos, como la dificultad para encontrar las palabras correctas después de los 40 o los 50. Es lo natural.

-¿Cómo podemos diferenciar la pérdida de memoria normal de la patológica?

-A veces es difícil. Todos estos desórdenes pueden empezar muy sutilmente. Pero cuando el problema de memoria es persistente e interfiere con el funcionamiento rutinario de las personas, hay bastante certeza de que estamos frente a una enfermedad.

-¿Además de hacer actividad física y de alimentarse bien, existe algún recurso farmacológico para detener la pérdida de memoria, incluso la considerada normal?

-Bueno, la normal no sé. Creo que la actividad física va a jugar un papel cada vez más importante en la protección del cuerpo y de la mente a medida que envejecemos. Para el mal de Alzheimer, en los Estados Unidos tenemos dos tipos de medicaciones aprobadas. En los próximos dos o tres años, tendremos más fármacos.

-Muchos proponen el uso de vitaminas. ¿Tienen efecto positivo?

-No lo sabemos. Algunos estudios están analizando cuál es la influencia del ácido fólico, si altas dosis pueden hacer más lenta la progresión de la enfermedad de Alzheimer. Creo que uno de los problemas contra los que chocan muchos de nuestros estudios es que podría ser más difícil tratar el Alzheimer que prevenirlo. Prevenirlo exige estudios mucho más caros. Para mostrar que uno tiene una medicina que puede evitarlo, es necesario estudiar a miles de personas a lo largo de muchos años. Es más fácil estudiar a treinta pacientes y ver si algo funciona.

-Usted es neurólogo, pero estudia las demencias y los comportamientos... ¿Cree que en el futuro la neurología reemplazará a la psicología y al psicoanálisis?

-Es una pregunta peligrosa... especialmente en este país [sonríe]. Déjeme ver. Creo que la gente encuentra mucha ayuda y solaz en el psicoanálisis. La neurología tiene un rol diferente. Se concentra en enfermedades cerebrales degenerativas y en cómo prevenirlas, es nuestra meta. El psicoanálisis trabaja con las emociones y los sentimientos. Tal vez no haya medicinas para eso... Hablar podría ser lo más efectivo...
-Tener amigos...

-Bueno, ése es un punto muy importante. De nuestras investigaciones surge que las redes sociales son un factor importantísimo para predecir cómo progresará alguien que tiene Alzheimer. Si uno es mayor, pero tiene una familia, gente que se preocupa por uno, muchos amigos, ya sea que tenga buena salud o Alzheimer, le irá mucho mejor.

-Si los comportamientos son consecuencia de la estructura del cerebro, ¿es lo inverso cierto? ¿Los comportamientos pueden cambiar la estructura del cerebro?

-Sí. Algo que frecuentemente pasamos por alto es que cada vez que aprendemos algo nuevo, cambiamos la estructura de nuestro cerebro. Sabemos que los chicos que aprenden a tocar instrumentos musicales tienen diferencias estructurales significativas en las áreas motoras. Nos estamos dando cuenta cada vez más de que buenos comportamientos pueden modificar positivamente el cerebro. ¿Los malos comportamientos lo modifican negativamente? Tal vez. Tenemos menos información sobre eso.

-Cuando habla de comportamientos "buenos", se refiere al aprendizaje. ¿Pero también a la empatía, a ser una buena persona?

-Sí, probablemente. Pero sabemos más de las cosas simples, como el movimiento. Y está muy claro que puede causar cambios permanentes muy positivos en el cerebro. Con respecto a la actividad intelectual, sólo ahora estamos empezando a estudiarla. A la emoción todavía no la entendemos tan bien.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1038243&pid=4879541&toi=6481

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