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Alertan sobre los efectos en la salud del "lenguaje para viejos"

Es el que se usa para hablarles a los adultos mayores, con diminutivos o llamándolos "abuelos" sin que haya parentesco. Según los especialistas, este trato se debe a que existe una imagen negativa de la vejez, más asociada a la enfermedad.

Por: Gabriel Giubellino
Clarin
20.10.2008

Qué quiere, tía?", salió la voz desde detrás de un mostrador, en una feria callejera de Lomas de Zamora. "'Tía? No soy su tía", pensó la mujer, sin contestar. Luego, ya en la casa, habló: "No me dijo abuela porque no es mucho más joven que yo. Pero la próxima no se la dejo pasar".

Se está empezando a estudiar qué impacto tiene el "lenguaje para viejos" en su salud. No sería bueno, según una observación realizada por la Escuela de Enfermería de la Universidad de Kansas. Se estudió la relación entre personas con demencia leve o moderada y el personal de un geriátrico. Si los trataban como idiotas o como bebés, notó, la cooperación de los viejos era menor. Otra investigación, de la Universidad de Yale, indica que quienes piensan que el viejo es débil, olvidadizo o tembloroso, actúan peor en los tests de memoria y equilibrio.

Quien viene hablando de esto desde 1970 es Leopoldo Salvarezza, psicogerontólogo, ex profesor de la UBA. Tradujo a Robert Butler, inventor del término ageism. Dice Salvarezza: "Es el conjunto de prejuicios que existen dentro del cuerpo social, lo que se atribuye por el simple hecho de cumplir años". Los hay negativos -todos los viejos son enfermos, depresivos, asexuados, pesados, maniáticos, etc.- y positivos también -son sabios, bondadosos, confiables-.

En el caso del lenguaje, sigue Salvarezza, "aparece bajo una máscara de cariño; en el mejor de los casos, cuando alguien le dice 'abuelo' a quien no es su abuelo, hay una usurpación de títulos".

A los especialistas el tema no los toma por sorpresa. Miguel Angel Acánfora, médico gerontólogo, entiende que no hay en la academia una formación que compense esta conducta. "Está en nuestra idiosincracia decir 'la colita, el bracito, la rodillita del abuelito'. Es como decir que el adulto mayor tiene una incapacidad; todo es más chiquito, todo le funciona menos. Y no es así".

La doctora Sara Iajnuk, médica integrante de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría, dice que este "lenguaje que lastima" es usado "más que nada por el personal de salud" y que esto tiene un porqué, a su entender. "Si uno le pregunta a un médico, a alguien que hace rehabilitación, qué imagen tiene de la vejez, se imaginará a un cojo, a alguien en una silla de ruedas". Y, por otro lado, observa un paternalismo poco profesional: "Algunos abrazan al paciente, será que no tienen resuelto los problemas con sus padres... Hay un error en usar el lenguaje de acercamiento; el 'viejismo' significa rechazo, temor, desagrado, negación, un paso antes de la gerontofobia".

Iajnuk va más allá de los médicos en su observación. "Hay clubes de viejos que se llaman 'Eterna juventud'. Cómo le van a poner así, si todos sabemos que la juventud caduca, como las flores. Si nos seguimos formando, si tenemos una identidad, una vida propia, para qué compararnos con otros. Es un error".

Un trabajo que presentó Nélida Redondo, investigadora en Sociología del Envejecimiento, aborda este asunto. En una encuesta hecha en 2006 a 304 residentes en 101 geriátricos, realizado por la Universidad Isalud, patrocinada por la OPS y financiada por el BID, el 97% dijo que el personal lo trataba con respeto y cariño. "No hay conciencia de que puede haber subestimación", dice Redondo.

'Entonces? 'Es tan grave decirle abuelo a un adulto mayor, a un viejo? En la Argentina, el PAMI tiene un programa, "Abuelos Cuenta Cuentos", y hasta la ministra de Salud, Graciela Ocaña, usa la palabra "abuelos". Estela Altalef, médica especialista de la gerencia de Promoción Social y Comunitaria de PAMI, dice: "En el programa Abuelos Narradores, la denominación surgió de los mismos adultos mayores, que se sienten en condiciones de transmitirle a las otras generaciones toda la experiencia que da la 'abuelidad'. Ahora, en otro contexto puede ser peyorativo o molesto. Hay cierta hipocresía en la discusión sobre cómo llamarlos; importa cómo son tratados".

Los especialistas señalan que este lenguaje oculta una asimetría. El viejo no va a decirle a su médico "querido", pero sí puede recibir esa muestra de... cariño. "La culpa es nuestra, de los viejos", dice Iajnuk. "Con los años, aprendí algo: la marginación se resuelve solamente desde el actor involucrado. No fueron los hombres los que les dieron a las mujeres su posición actual".

http://www.clarin.com/diario/2008/10/20/um/m-01785343.htm


Lydia Lamaison: "No permito que me digan abuela"

Hace cinco años, Lydia Lamaison decía en una entrevista: "Quién te dice que al final de mis días no me recluya en un convento, cuando me dé cuenta de que mis facultades ya no me dan para estar en el escenario. Lo único que pido a Dios es lucidez para saberlo: no quisiera que la gente dijera las palabras 'pobre, todavía trabaja, qué lástima', sería triste, no me gustaría".
Pasaron cinco años, ella cumplió 94, y nadie pronunció esas palabras que le daban cierta tristeza adelantada. Pero sí le dicen abuela.
"Me ha pasado: ''La puedo ayudar, abuela?'. No lo permito. 'Quién le dio permiso? Tengo sobrinos, nietos, hasta requetebisnietos, pero yo no soy su abuela. No hay potestad para andar poniéndole nombre a la gente por su edad".
'Queda claro? A ella le molesta, pero admite que a otros pueda resbalarle. "Abuela es la que cría nietos. Pero a otros tal vez le guste, claro. Yo creo que la gente no lo dice por mal, ni agresivamente, sino de forma cariñosa. Pero a mí no me gusta. Una vez me dijeron en la calle: 'Usted es la abuela de la televisión'. No, le dije, soy abuela en la televisión, en el programa, pero no soy la abuela del mundo".
Sobre su edad, dice: "Tengo 94 años –me parece ridículo ocultar la edad– y estoy sana, con la mente bien colocada, bien despierta. Me siento, por dentro, de 25".
'Por qué lo hacen? "Se lo dicen a una persona cuando tiene canas. Ahora, si esa persona se tiñe de rubio, ya no le dicen abuela". Lydia avisa: "Me parece feo que le pongan el sustantivo abuela a las personas".

http://www.clarin.com/diario/2008/10/20/sociedad/s-01785108.htm

Programa que va en busca de la identidad

En el Oeste del conurbano –Ituzaingó, William Morris, Haedo, Moreno y Merlo– el PAMI comenzó este año con un programa que buscar cruzar generaciones. Se llama "Recuperando la Identidad de mi Pueblo en la Memoria de mis Abuelos", y busca que chicos de 7° grado a tercer año del Polimodal entrevisten a adultos mayores.
Los dos periodistas capacitadores son jóvenes. Sebastián Arias tiene 26 años; Ricardo Gómez, 24. "Son seis encuentros. En los primeros cuatro se da información: el rol del periodista, cómo hacer una entrevista, y hablamos también del adulto mayor", reseña Arias.
Es interesante lo que cuenta acerca de cómo se habla de ellos. Desde la corrección política, adultos mayores. 'Pero qué pasa en el taller, de verdad?
"Al principio, aparecen los mitos. Te dicen: 'Los viejos hablan un montón', o 'no les vamos a caer bien, por ser más jóvenes', cosas así. Pero después, cuando se van involucrando y se rompe la barrera de la edad, pasan a ser 'los abuelos': 'Nos juntamos con un abuelo, nos reunimos con un abuelo'. Así los llaman".
En la mecánica del taller, las entrevistas se hacen a personas de distintos centros de jubilados. Pero antes, los estudiantes van entrevistando a sus verdaderos abuelos. "Es un buen paso para que se saquen los miedos y también para que valoren la figura del propio abuelo. Tienen otro diálogo, encuentran información que los nutre".
Como parte del trabajo, los capacitadores no van a las entrevistas que hacen los chicos. "Así lo hacen con más soltura", explican. Cuando se editen las entrevistas, se conocerá más sobre la vida de los barrios. Y algunos prejuicios, seguramente, habrán sido derribados.

http://www.clarin.com/diario/2008/10/20/sociedad/s-01785247.htm

Puentes entre viejos y jóvenes
Por: Osvaldo Pepe
Fuente: Secretario de redacción de Clarin

Estudios en la universidad de Yale, EE.UU., nos muestran una forma de desvalorización de la vejez hasta ahora poco difundida. La llaman "viejismo" y consiste en referirse a los "viejos" con aire paternalista (Alertan sobre los efectos en la salud del "lenguaje para viejos" ). Siempre se creyó que había cierta ternura al decirle a alguien "abuelo" sin que haya vínculo sanguíneo con la persona. Para esta investigación, no es así. Ese trato encubriría una desconsideración del adulto mayor tanto en su experiencia como en su sabiduría.

Un confinamiento en el lugar del pasado y/o de la enfermedad, que despoja de toda riqueza creativa esa etapa de la vida. No es un tema menor en un mundo cuya población envejece en modo creciente. Y tampoco lo es en una Argentina donde los mayores de 80 años se acercan al millón de personas.

"La vejez no está escindida del resto de la vida anterior: es la continuación de tu adolescencia, tu juventud, tu madurez", escribió Norberto Bobbio, filósofo y senador italiano fallecido en 2004, en "De senectute", una reflexión autobiográfica sobre el sentido de la vida y de la muerte. Los profesionales argentinos consultados en esta producción de Clarín observan que hay que educar no sólo a los propios especialistas en la cuestión sino también a los mismos ancianos.

El PAMI impulsa interesantes programas que promueven la interacción de los jóvenes con los "viejos", en busca de una mayor integración generacional: no desechar, sino sumar en la cadena de la vida. Una vez que ceda la conducta espasmódica de los mercados y el cataclismo financiero se disipe, acaso se podrán retomar los temas postergados de la humanidad, como el lugar de la llamada "cuarta edad". Sería atinado: se sabe que, como canta Serrat, "todos llevamos un viejo encima".

http://www.clarin.com/diario/2008/10/20/opinion/o-01785268.htm

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