Aníbal Aguirre trabajó en Aerolíneas, condujo el Tango 01 y una vez fue secuestrado
La Nación
Martes 23 de diciembre de 2008
Aníbal Ernesto Aguirre fue durante 30 años uno de los pilotos más importantes de Aerolíneas Argentinas y el encargado de traer desde Estados Unidos el primer avión presidencial Tango 01, en 1975. Ayer, a los 95 años, este hombre de rasgos pronunciados y perfil bajo recibió su primer título universitario: la licenciatura en Administración de Empresas.
El acto, sencillo, fue en su propia casa, junto a su mujer, Kyra Mora, con la que lleva 60 años de casado, y el decano de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica de La Plata, Carlos Iglesias Mónica, quien le entregó el diploma.
El flamante graduado comenzó a estudiar casi como una curiosidad: tras 23.000 horas de vuelo, quería saber cómo se administraba una empresa, una aerolínea, y dictar clases en la universidad. Quería un poco más de tranquilidad luego de jubilarse como piloto comercial. Así, se inscribió en la facultad.
"Empecé a cursar en 1977. Eramos muy pocos y la carrera recién se abría", recuerda hoy Aguirre, en diálogo con LA NACION.
Nacido en la ciudad bonaerense de Tapalqué en 1913, en su adolescencia soñaba con pilotear un avión. Y tuvo que esperar hasta los 27 años para hacerlo. Ingresó en la aerolínea estatal FAMA en 1946, una de las empresas precursoras de Aerolíneas Argentinas. "Volábamos DC-3 y Viking, un avioncito bimotor con hélices muy grandes de cuatro palas, cortito, medio panzón. Hacíamos viajes a países limítrofes, fueron muchos años de vuelo."
El piloto hace una pausa y se acomoda en su sofá. Mira de reojo el título universitario y se toma un segundo para pensar. El living de su departamento está poblado. Allí recibió el diploma porque no pudo movilizarse hasta la sede académica.
"Doy gracias a Dios por poder terminar los estudios", dice el egresado de 95 años, y exhibe orgulloso el título. Lanza una mirada a su mujer y retoma el relato. "Pasé cosas increíbles en Aerolíneas Argentinas. Era un orgullo, nos respetaban en todo el mundo y yo quería aprender a manejar ese tipo de compañías."
En su mejor momento, Aerolíneas le encargó la inspección de los primeros aviones Comet-4. "En 1959 traje desde Londres la primera de estas naves, un avión a reacción inglés, fabricado por De Havilland, que significó un gran salto. Estuve tres meses en la fábrica de Hatfield, en pruebas, haciendo el curso de vuelo. El Comet llevaba 72 pasajeros y durante dos años tuvimos el monopolio del Atlántico Sur", dice.
Diez años después de aquella experiencia, en 1969, sufrió un secuestro que hizo desviar el vuelo de su ruta original a Miami hacia Cuba.
"Un muchacho bien vestido sacó una pistola en pleno vuelo y me apuntó a la cabeza. Quería ir a La Habana. Le dije que no tenía combustible suficiente y me dijo que viera la forma de conseguirlo. Quería aterrizar en Mendoza, pero era un aeropuerto militar. Lo llevé a Chile, cargamos combustible y no dejamos descender a ningún pasajero", comenta.
"Allí -prosigue-, recibí una llamada de la presidencia de Onganía. Me pedía que no volara hacia Cuba, pero yo le dije que no podía poner en riesgo la vida de los pasajeros y que en mi nave mandaba yo. No sabíamos cuántos eran los secuestradores. Cuando llegamos a Cuba se detuvo al secuestrador en un operativo. Era un joven cordobés. Nunca mas volví a saber nada de él."
Tras su jubilación, en 1975, Aguirre se tomó dos años sabáticos y comenzó sus estudios universitarios. Cursó materias hasta 1982 y en 1990, a los 77 años, rindió su último examen final. Pero los problemas de salud le impidieron prestar juramento y retirar su diploma. "Creí que nunca iba a poder tener el título. Son 95 años, pero gracias a mi familia y a la facultad, hoy puedo lucir el título", concluye, orgulloso, Aguirre.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1083495&pid=5568195&toi=6265