Afecta a uno de cada diez mayores de 65 años y, si no se detecta a tiempo, puede tener consecuencias graves
Fabiola Czubaj
LA NACION
Martes 4 de agosto de 2009
Uno de cada diez mayores de 65 años que caminan por la calle sin sentir que el corazón se les acelera, padece la alteración del ritmo cardíaco más frecuente: la fibrilación auricular.
"Normalmente, tenemos entre 60 y 100 latidos por minuto, pero en los pacientes con fibrilación auricular eso aumenta mucho más y puede producir síntomas, como mareos, palpitaciones o fatiga. Pero el problema es que la mitad de los pacientes no tienen síntomas y, si no se detecta a tiempo, esta arritmia puede provocar una embolia o un accidente cerebrovascular", explicó a LA NACION el doctor Ricardo Iglesias, presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) e integrante del Colegio Estadounidense de Cardiología.
Justamente, para detectar a tiempo esa falta de sincronización de los latidos, que pueden llegar a 300 por minuto, pero que hasta los 120 pueden no dar señal de alarma alguna, la SAC recomienda realizarse un control médico anual a partir de los 50 años.
"El examen clínico general habitual, que incluye el control del peso, de la presión, el nivel de colesterol, etcétera, más un electrocardiograma es suficiente para detectar precozmente este funcionamiento irregular del corazón. Son todos estudios muy económicos", agregó Iglesias.
Además del electrocardiograma, el control del pulso durante la consulta también permite detectar la fibrilación de las aurículas. Con cada "descarga" de la corriente eléctrica que le permite funcionar al corazón, las paredes musculares de esas dos cavidades cardíacas se contraen para que el corazón pueda bombear sangre al resto del cuerpo.
Pero cuando esas descargas son muy rápidas, las aurículas se contraen con mucha más frecuencia. Esto afecta el ritmo de contracción normal de los ventrículos e impide que el corazón bombee la sangre adecuadamente.
"La fibrilación auricular es un trastorno con alto nivel de hospitalización, por las consecuencias que provoca, que pueden ser insuficiencia cardíaca, embolia o infarto cerebral. De hecho, la cantidad de internaciones por arritmias en las unidades coronarias es igual a la de internaciones por infartos", agregó Iglesias.
Anarquía rítmica
Se sabe que el riesgo de que el corazón sufra esta anarquía de los latidos aumenta con la edad: afecta al 1% de los menores de 50 años, al 6-7% de los mayores de 60 y a más del 10% a partir de los 80 años. Si se aplican estos porcentajes a la composición de nuestra población, actualmente habría en el país alrededor de 75.500 mayores de 80 años con fibrilación auricular.
Por eso, el envejecimiento poblacional comienza a ser un punto importante por considerar en cuanto a la necesidad de reforzar la prevención y lograr mejores tratamientos.
De hecho, el organismo estadounidense similar a la Anmat aprobó ayer un fármaco para la fibrilación auricular que, según Iglesias, ayudará a controlar ese trastorno en el 60% de los pacientes. "El envejecimiento produce fibrosis o la aparición de cicatrices en el corazón, que endurecen los tejidos. Eso altera el ritmo con el que se contrae el músculo cardíaco", agregó el presidente de la SAC.
Pero entre las medidas de prevención que se pueden tomar están hacer por lo menos 150 minutos semanales de ejercicio y reducir el consumo de sal, cafeína y alcohol, además de abandonar el cigarrillo. "Si los hipertensos controlan la presión, tienen menos probabilidades de fibrosis cardiovascular, mientras que quien ya tuvo un infarto o tiene enfermedad coronaria debe controlar los factores de riesgo para retrasar el envejecimiento vascular", finalizó.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1158395