Llegan las vacaciones, que para algunos afortunados transcurren en escenarios alejados de la rutina anual, y también, paradójicamente, días de balances que siempre, de un modo u otro, se obstinan en ser deficitarios?
¿Será porque nos empeñamos en perseguir espejismos inalcanzables, ideales que nos deslumbran, pero también nos trastornan?
Por Nora Bär
La Nación
Miércoles 6 de enero de 2010
Dos de ellos (el máximo aprovechamiento del tiempo y los esfuerzos por mantener una salud impecable) son motivo de sendas notas en la edición de ayer de The New York Times.
Al parecer, el cerebro humano no es muy preciso para medir el tiempo, esa entidad todavía incomprensible hasta para los físicos. Dependemos de parámetros indirectos -como la cantidad de recuerdos que somos capaces de evocar de un cierto período- para que nuestro "reloj" interno marque los minutos, los segundos, los años? Pero (y he aquí la posible explicación de muchas de nuestras angustias), solemos estimar el tiempo transcurrido siempre como menor que el que indican los relojes y calendarios. Por eso, para nosotros, cualquiera lo sabe, ¡el tiempo vuela!
Por otra parte, los avances de la medicina y la difusión masiva de noticias médicas tienen, entre otros muy positivos, un "efecto adverso" en la cultura de las urbes del siglo XXI: la insistencia en parámetros ideales de salud nos convierte a todos en enfermos potenciales, hasta que se demuestre lo contrario. El que puede vanagloriarse de su cintura de avispa o de sus índices de colesterol, seguro que "reprueba" en horas de sueño, visitas al gimnasio o calidad de la dieta.
"¡Es virtualmente imposible cumplir con todas las reglas!", reconoce Tara Parker-Pope, que afortunadamente enseguida nos tira un inesperado "salvavidas": las conclusiones de la doctora Susan Love, mediática especialista en salud femenina de la Universidad de California, que nos aconseja ¡dejar de preocuparnos tanto por la salud!
Que no se entienda mal. No es que Love pregone el desinterés, sino que aclara que la salud perfecta es un mito y que probablemente estemos viviendo de forma más saludable de lo que imaginamos. Sugiere no exagerar, dejar de lado la culpa y, en todo caso, tener en cuenta que lo más saludable es alejarse de los extremos. "La meta no es ser perfecto, sino utilizar nuestro cuerpo, divertirnos y vivir un poquito", afirma.
En época de vacaciones, hay que difundir esta inusual dosis de sentido común que, como cualquiera sabe, es el menos común de los sentidos?
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1218759