La consulta más simple y frecuente para un oftalmólogo es un paciente de alrededor de 42 años que siente molestias de visión cercana. Es simple, porque se soluciona con una medición y la prescripción de anteojos para ayudarse a enfocar los objetos y lectura cercana. Pero no por ser sencilla es menos importante.
Por lo general, la queja de los pacientes no es sólo por mala visión en su trabajo o lectura, sino en hábitos y tareas cotidianas, tanto del hombre como de la mujer. Es así que los problemas que ocasiona la dependencia de anteojos para situaciones que enfrentamos en un día pueden fastidiar a la persona más paciente del mundo. Más aun a alguien que hasta ese momento no había usado anteojos jamás en su vida.
Es característico, además, escuchar en el consultorio "no puedo leer bien", cuando en realidad lo que más le preocupa al paciente es que no se puede afeitar o no se puede maquillar como antes. Estas situaciones no son referidas quizá por vergüenza o pudor.
Entrar a la ducha y no distinguir entre el champú de la crema de enjuague, ir al supermercados y olvidarse los lentes (con suerte en el auto), necesitar dinero del cajero automático y no poder leer ni pedir ayuda, no poder ver el prospecto de un medicamento o las letras de esta nota, ir a una cita y no poder ver el menú, son sólo algunas de las situaciones que alteran la calidad de vida de un paciente con presbicia.
Además, el aluvión tecnológico que nos invade día a día, como celulares, reproductores de música, notebooks , netbooks , cámaras, parecen haber sido diseñados sólo para generaciones entre los 20 y 30 años y no contemplan que el aumento en la expectativa de vida de personas en plena actividad laboral y productiva da una población aun mayor de personas con grandes dificultades visuales para utilizarlas.
¿Qué es? Presbicia es la pérdida de la flexibilidad de la lente o cristalino del ojo que causa una disminución progresiva y gradual de la habilidad de enfocar. Esto causa cierta borrosidad en la visión cercana. En personas por debajo de los 40 años, el cristalino es típicamente blando, claro y flexible. Esto último le permite cambiar de forma y alternar así su curvatura para poder enfocar a distintas distancias.
Estas cualidades se van perdiendo gradualmente luego de los 40 ó 50 años, lo que hace cada vez más difícil el enfoque de objetos y tareas cercanas.
Así, la presbicia es un proceso normal de envejecimiento. Las personas que nunca habían usado anteojos comienzan a hacerlo y, aquellos que antes usaban, necesitan bifocales o multifocales u otro lente aparte del que ya utilizaban.
Alternativas. Para aquellas personas que no desean el uso de lentes existen alternativas en lentes de contacto y diferentes opciones quirúrgicas para solucionar su problema. Por ejemplo, la cirugía con excimer láser como el Lasik, puede ofrecer corrección visual de cerca mediante una técnica llamada monovisión o minimonovisión.
En forma más reciente, gracias a los avances en cirugía de reemplazo del cristalino e implante de modernos lentes intraoculares, es posible restaurar un rango normal de visión que permite una independencia de anteojos de hasta un ciento por ciento en todas las distancias.
Estos métodos fueron aprobados en forma unánime por los disertantes y concurrentes al último curso anual de la Sociedad Argentina de Cirugía Refractiva y Cataratas, y son utilizados en todo el mundo con un alto nivel de seguridad y bajo riesgo.
Los procedimientos tienen distintas aplicaciones, según el estudio individual que realice el oftalmólogo, las actividades, necesidades e inquietudes del paciente y hasta es posible que algún paciente no sea candidato aún. Para ellos, y luego de una cuidadosa selección, es posible aplicar un tratamiento en gotas llamado Método Benozzi, que consiste en ayudar al sistema de acomodación natural, mediante la estimulación de neurorreceptores, a ser más eficiente, sin cirugía, y prescindir de lentes hasta que el cristalino pierda la flexibilidad natural y sean así candidatos a otros métodos quirúrgicos.

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