Un síntoma que si no se frena a tiempo puede terminar en maltrato
Cuidar de un adulto/a mayor, sea padre/madre, abuelo/a, tío/a, pareja, hermano/a puede resultar una tarea estresante, agotadora, que termina debilitando al cuidador/a y siendo un caldo de cultivo para posibles situaciones de abuso y maltrato involuntarios, si no se tiene la capacitación ni la contención ni la ayuda del resto de la familia.
Por NATALIA MUÑIZ
Diario Popular
18.7.2010
Este estrés del cuidador, llamado en los ámbitos profesionales Síndrome de Bournot (“cabeza quemada”, en inglés), suele agravarse si la persona mayor tiene algún grado de fragilidad o discapacidad o si esa tarea se desempeña por largo tiempo.
En un reciente estudio sobre la percepción de los/as mayores acerca del abuso y maltrato, elaborado por la Dirección Nacional de Políticas de Adultos/as Mayores (DINAPAM), a cargo de la doctora Mónica Roqué, y publicado en detalle el domingo pasado en este Diario, el 36,8 por ciento de los encuestados/as contestó sufrir alguna situación de esas características; el 41 por ciento, en su propia casa; el 40,5 por ciento, por parte de un/a familiar; el 36,9 por ciento, en forma cotidiana.
Estos hechos pueden provocarse por varios factores. En algunos casos, por crueldad de quien lo ejerce; pero en muchos otros son consecuencia de:
.- La falta de capacitación requerida para ejercer la tarea de cuidado -porque saber cuidar no es innato, sino algo que se aprende; ni hormonal, ni natural por el solo hecho de ser mujer; por más amor que se le tenga a la persona-.
.- La sobrecarga de tareas -personas que cuidan de los menores y mayores de la familia, además de la casa y del trabajo-.
.- El estrés que genera el cuidado exclusivo a largo plazo de una persona dependiente -a quien hay que ayudar para ir al baño, cambiarse, darle de comer-.
.- Ser el único/a cuidador, no recibir el relevo de algún cuidador formal -quien se capacitó ejercer esa tarea y recibe un pago por la misma; diferenciándolo del cuidador informal, quien lo hace por solidaridad a un ser querido y no recibe pago- ni de otro/a familiar ni vecino/a.
Según el grado de dependencia, el/a familiar que cuida tiende a perder los tiempos individuales -tener un proyecto o una actividad propia, poder salir a tomar un café o desenchufarse un rato- y comienza a descuidar su salud.
“No es que no quiera”
“La tarea de cuidar a un ser querido con un grado de fragilidad que requiera asistencia para la vida diaria tiene carga si la persona no recibe capacitación y no tiene períodos de descanso, de relevo para también prestar atención a sus propias necesidades, además de las del adulto/a mayor y puede terminar cayendo en un estrés, enfermarse (físicamente), o en una situación de agresividad”, explicó el coordinador general del área de Adultos/as Mayores de la AMIA, Gonzalo Abramovich. El área dicta por un Seminario de Formación y Fortalecimiento del Cuidador Informal, consultas en Uriburu 650, primer piso, Ciudad de Buenos Aires, Tel. 4959-8800, interno 8939.
En este sentido resaltó que “no es que no se quiera (a la persona que se cuida) sino que producto del estrés hay como dos tipos de salidas: por un lado el ataque, la agresión verbal o física; y por otro la fuga, el borrarse, abandonar, que también es una forma de maltrato”.
“A veces es como una forma de reaccionar a ese estado de angustia, estrés. Una persona que tiene que cuidar a alguien, si lo tiene que hacer las 24 horas o la mayor parte del día, a veces no tiene tiempo para salir un rato, tomar un café, o incluso bañarse tranquilo, y llega un momento que no da más y explota”, destacó el profesional.
Sin embargo, el profesional aclaró que “respecto a la agresividad también hay casos de quienes no están cuidando por amor sino que intentan abusar de la persona mayor para obtener beneficios económicos -haberes, bienes, propiedad-”.
La familia
En tanto agregó que en la tarea de cuidado “juegan factores de la dinámica familiar”, donde en un extremo se encuentran las familias que sobreprotegen -lo que además genera dependencia al no permitirle al adulto/a mayor desarrollar sus posibilidades-, y en el otro, las que abandonan. Al respecto sostuvo que “en una familia donde los lazos están bien constituidos, donde hubo respeto y amor, hay una idea del rol que cada uno/a cumple y se comparten tareas, el/la mayor tiene autonomía y no se le está encima, los familiares se preocupan pero no lo sobreprotegen ni abandonan”.
No obstante, Abramovich señaló que “la angustia” en los cuidadores/as suele aparecer cuando “los/as mayores se fragilizan rápidamente, por ejemplo tras una caída, una fractura, y se vuelven más dependientes”. En este sentido, el profesional aconsejó a los/as familiares “capacitarse para brindar el mejor cuidado posible y aprender a no descuidarse de uno mismo/a, contar con herramientas para ejercer esa tarea, para pedir ayuda al resto de la familia y repartir responsabilidades”.
“El cuidar a un ser querido, cuando se lo hace con amor, no solo tiene un aspecto negativo de carga, sino una parte positiva porque se cuida a los padres que tanto nos han dado y es muy gratificante -manifestó el profesional-. El problema surge cuando esa tarea está desbalanceada, cuando no hay ayuda del resto de la familia, falta apoyo. Ahí lo positivo ser pierde y solo queda lo negativo”.
El perfil y los factores de riesgo
La presidenta de la Red Internacional de Prevención del Abuso y Maltrato en la Vejez, Lía Daichman, indicó algunas consideraciones:
* PERFIL DE LA VICTIMA:
.- Frecuentemente femenina, más de 75 años.
.- Pasiva, complaciente, impotente, dependiente y vulnerable (Pedrick, Cornell y Gelles, 1982).
.- Sola y/o aislada.
.- Con bajo nivel de autoestima.
.- “Falta de opciones”, lo que le dificulta aún más escapar de la situación abusiva.
* PERFIL DEL VICTIMARIO
.- Hijos adultos y en segundo lugar cónyuges (NCPEA ,USA,1995).
.- Grado bajo de autoestima.
.- Poseen, en general, temperamentos explosivos, incapacidad para controlar sus impulsos y proyectan su responsabilidad sobre terceros.
.- Conviven, en general, con el anciano y son dependientes en hábitat o económicamente de la víctima.
Factores comunes
* FACTORES DE RIESGO COMUNES AL ANCIANO VULNERABLE Y SU CUIDADOR:
.- Historia de violencia en la familia.
.- Sensación permanente de frustración, enojo y desesperanza.
.- Inversión del rol parental.
.- El estilo de vida, espacio escaso y privacidad.
.- Cuidador dependiente económicamente o de vivienda del anciano.
Anciano vulnerable
* FACTORES DE RIESGO DEL ANCIANO VULNERABLE:
.- Alteraciones de la conducta/psicológicas.
.- Cambio de la personalidad.
.- Agresión física o verbal.
.- Falta de conciencia social.
.- Conducta incoherente, demandante o bizarra.
.- Intolerancia marcada.
.- “Indefensión aprendida”.
.- Aislamiento forzado y no-aceptación del cuidado por otra persona que no sea el “Cuidador Oficial.”
.- Deprivación sensorial: ceguera, sordera, trastornos del habla, de la comunicación y comprensión.
.- Déficit Cognitivo: pérdida progresiva de la memoria, de la atención y concentración.
.- Problemas Físicos: alteraciones e inversión del ritmo del sueño; incontinencia simple y/o doble; discapacidad múltiple.
Cuidador
* FACTORES DE RIESGO EN EL CUIDADOR:
.- Trabajo agotador sin descanso.
.- Falta de espacio y tiempo personal.
.- Sentimiento de aislamiento psicosocial.
.- Sentimiento de ser explotado por otros.
.- Percepción de necesidades básicas no satisfechas.
.- Sentimiento de pérdida por “la persona que dejó de ser”.
.- Falta de apoyo por parte de otros familiares.
.- Conflicto marital y reacciones adversas de otros familiares hacia el anciano o hacia el cuidador.
.- Lealtades y responsabilidades divididas (esposo, hijos, etc.)
.- Cambio de estilo de vida (involuntario).
.- Responsabilidad absoluta del cuidado o incapacidad para recibir ayuda.
.- Falta de información sobre la enfermedad y su evolución.
.- Falsas expectativas sobre las capacidades reales del anciano.
.- Demanda permanente y excesiva por parte de la Persona Mayor.
.- Enfermedad física o mental del cuidador (drogas-alcohol).
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