Al contrario de lo que mucha gente cree, la actividad sexual no se termina a los 50. Y una de las evidencias sobre esta realidad social y natural proviene de las estadísticas internacionales que cartografían la evolución de la epidemia de sida.
La Nación
Viernes 30 de julio de 2010
Según datos que se confirmaron en la XVIII Conferencia Internacional, que acaba de finalizar en Viena, el de los mayores de 50 es el grupo que más creció en la última década. Globalmente, se calcula que los nuevos diagnósticos en esa franja de edad se duplicaron. En el país, un boletín dado a conocer a fines del año último ya lo anticipaba: la cantidad de infecciones en mayores de 50 años había crecido del 7 al 12% en el mismo lapso.
Por su parte, los Centros de Control Epidemiológico de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) informaron que se habían quintuplicado el número de pacientes con VIH mayores de 50 entre 1990 y 2000.
Para los especialistas, estas cifras son un amargo recordatorio de la importancia de practicar sexo seguro, independientemente de la edad que se tenga.
"Esta nueva tendencia se explica por una serie de razones -dice la doctora Isabel Casetti, de la Fundación Helios Salud-. El aumento de la tasa de divorcios, la mayor longevidad y la disponibilidad de fármacos para la disfunción sexual son todos factores que inciden. En las mujeres posmenopáusicas, características biológicas, como la sequedad vaginal, pueden favorecer la infección."
"La vida útil de las personas es cada vez más prolongada -coincide el doctor Pedro Cahn, jefe de la sección Infectología del hospital Fernández-. Por otro lado, existe la idea de que el VIH se lo «pescan» los jóvenes."
El escenario que explica este cambio de rumbo tiene varias facetas: ellos creen que el VIH es un problema de otros; las mujeres mayores no requieren el preservativo porque no se van a embarazar, y los médicos no piensan que un señor de 70 años está sexualmente activo, de modo que no le piden la prueba para detectar el virus.
Precisamente, estudios realizados en el país indican que éste es un grupo que soslayaron los programas preventivos y en el que las medidas de precaución no están instaladas.
"El uso del preservativo en forma consistente empieza a disminuir a partir de los 25 años y después de los 50 es bajísimo", afirma el doctor Claudio Bloch, director del Programa de Sida y Enfermedades de Transmisión Sexual del Ministerio de Salud de la Nación.
Según explica Casetti, el de los mayores de 50 es un grupo que se está estudiando con mucha atención porque hay evidencias de que en ellos la infección progresaría más rápido. Por otra parte, afirma, "la disminución de la respuesta inmune con el tiempo y el aumento de las comorbilidades pueden afectar la eficacia y toxicidad del tratamiento antirretroviral. Además, a estas edades ya aparecen complicaciones más frecuentes, como cardiovasculares, alteraciones en los huesos, renales y hepáticas, entre otras".
Nuevas guías
Todo esto está llevando a anticipar el inicio del tratamiento. "Anteriormente, se comenzaba a tratar cuando el sistema inmunológico del paciente bajaba a un índice de 350 células CD4 por milímetro cúbico; en las próximas guías se reflejará el consenso internacional de que hay que comenzar a indicar antirretrovirales cuando el índice llega a los 500 CD4 por milímetro cúbico."
El cambio surge a partir de evidencias cada vez más sólidas de que la respuesta inmunológica y el pronóstico son mejores cuando el sistema inmune del paciente no se encuentra tan debilitado.
El nivel de CD4 de una persona sin VIH es de entre 800 y 1200 células por milímetro cúbico. Mientras el VIH va ganando terreno, estimaciones arrojadas por grandes estudios epidemiológicos mostraron que se van perdiendo anualmente 80 a 100 células CD4 por milímetro cúbico, aunque existen variabilidades individuales.
El tratamiento antirretroviral hace disminuir la carga viral en la sangre y en los fluidos genitales y, de ese modo, no sólo protege a la persona que vive con VIH, sino que también reduce la transmisión.
Gracias a que hoy se cuenta con nuevos esquemas de tratamiento que permiten prevenir o evitar la toxicidad de las terapias, no sólo mejoró la expectativa, sino la calidad de vida de los pacientes. "Antes, el mayor índice de mortalidad era producido por enfermedades oportunistas, como consecuencia del deterioro del sistema inmunológico -subraya Casetti-. Ahora existen más casos de cardiopatías, enfermedades hepáticas e incluso tumores, y los casos de enfermedades oportunistas por inmunodepresión se redujeron a cerca del 30 por ciento."
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1289601