Durante cinco temporadas la actriz Liliana Pécora convocó a una fuerte platea femenina a ver su unipersonal Mujeres de 50 . Una experiencia destinada a repasar algunas de las cuestiones que aquejan a las mujeres en la edad en la que la madurez comienza a dejar marcas inesperadas. Utilizando el humor, esos males parecían sobrellevarse mejor. O al menos el público así lo decidió. Divertirse de aquello que nos duele, molesta o sorprende pareció ser una buena consigna.
Pécora ahora, apoyándose nuevamente en textos de Hilda Levy, propone un encuentro con las mujeres de 60 años. Repite muchos esquemas de su experiencia anterior y logra una convocatoria realmente sorprendente. La cola de señoras, solas o mayoritariamente en grupo, que esperan ansiosas el comienzo de la función es, verdaderamente, sorprendente.
La actriz vuelve a ocupar el centro de la escena para recrear situaciones de mucha cotidianidad, también algunas muy íntimas, y lo hace en la seguridad de que cada una de ellas encontrará una certera identificación. La respuesta del público es inmediata y, durante algo más de una hora, las mujeres de 60 no hacen más que comentar todo aquello de lo que Liliana Pécora se burla, con mucha altura y con gran sentido del humor.
Los temas que aparecen son: las secuelas de la separación, la relación conflictiva con los hijos, la dependencia de los nietos, algunas marcas que el cuerpo no quiere desterrar, una madre mayor que insiste en ocupar su lugar de manera casi prepotente. En una fiesta, un show tea (festejo que las amigas le brindan a la futura suegra) asomará una gama interminable de personajes que Liliana Pécora irá componiendo y que le ofrecerán al espectáculo un condimento mayor.
Punto alto
Como en Mujeres de 50 (también allí una fiesta resultaba el eje más teatral) ese punto de la experiencia es el más alto, porque la actriz deja ver sus dotes creativas, que son muchas. Entra y sale de cada personaje con mucha soltura y sus composiciones son realmente desopilantes. A cada nuevo ser que aparece le agrega una cuota muy fuerte de identificación, con lo cual la propuesta se torna más atractiva para el público.
Todo lo que en esa reunión sucede, seguramente, es muy conocido por las asistentes a la experiencia. En algún momento de sus vidas deben haberse relacionado con esa modalidad de celebración o conocerán muy bien las conductas de esas otras mujeres que parecerían el complemento ideal para este tipo de acontecimientos sociales.
Mujeres de 60 es una experiencia atractiva para reconocer valores de un mundo femenino complejo, por cierto. Pero Liliana Pécora aliviana todo malestar o disgusto y, entonces, la risa compartida hace que una pequeña porción de ciertos males se tornen menos complejos o molestos.

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