La visita de Robert Kiyosaki, autor del libro “Padre Rico, Padre Pobre”, no hizo otra cosa que encender la polémica en torno a sus curiosos consejos para hacer buenas inversiones.
Es el tema de la semana en la mayoría de bitácoras sobre negocios: el polémico autor del bestseller mundial “Padre Rico, Padre Pobre”, Robert Kiyosaki, se presentó, el jueves último, en el Teatro Gran Rex para hablar, entre otras cuestiones, sobre la necesidad que tiene la clase media de mejorar su educación financiera para enfrentar la crisis.
La presentación no hizo otra cosa que encender la polémica entre los unos y los otros: aquellos que aseguran que es el principal gurú de nuestros tiempos en materia de negocios y, por otro lado, los que lo consideran un verdadero impostor.
Kiyosaki, hawaiano de nacimiento y descendiente de remotos guerreros samuráis, lleva vendidos 26 millones de libros en todo el mundo (300 mil en nuestro país), pero afirma que su éxito económico tiene que ver con las inversiones que ha realizado, siguiendo sus propias recetas, en bienes raíces y petróleo y que la comercialización de títulos como “El Cuadrante del Flujo del Dinero”, “Retírate Joven y Rico”, “Guía para Invertir” y el propio “Padre Rico, Padre Pobre”, representan sólo el 2% de sus ingresos totales.
Desde la otra vereda, lógicamente las cosas se ven diferentes: los más fervientes críticos de Kiyosaki recuerdan, cuantas veces les sea posible, que el autor se cansó de recomendar a sus lectores y seguidores que inviertan en propiedades para volverse ricos. Este es uno de los blancos de críticas, pero no el principal, ya que el mercado inmobiliario ha sufrido en los últimos meses un desplome a valores impensados.
Pero el brote de furia pasa por otro lado y no por los bienes raíces, justamente. Tienen que ver con la polémica mirada del autor en materia de educación: “Yo no puedo enseñar a un pobre a hacerse rico. Sólo puedo enseñar a alguien que quiere hacerse rico a ser rico. Hay que ser inteligente. Yo estudio constantemente. Pero no en la universidad. Allá enseñan a que consigas un empleo y a que trabajes toda tu vida para los ricos”.
Frases como las mencionadas que siembran dudas con respecto al valor de la educación formal, son las que suelen avivar el fuego al pie de las notas que lo tienen como protagonista: “Lo sigo a Kiyosaki pero no me parece bien que le reste importancia a la universidad: hay cuestiones técnicas que sólo allí se pueden aprender, además de las oportunidades y experiencias que se encuentran en las casas de estudio”, opina “Gonza” (27 años) en un importante diario on line.