Gerontologia - Universidad Maimónides

Mayo 17, 2005

El ejercicio, un arma contra el colesterol

ejercicio.jpgIndicado en pacientes infartados y de alto riesgo

Su práctica reduce la placa aterosclerótica y relaja las paredes arteriales como las estatinas

* Padecer una enfermedad cardíaca no es sinónimo de baja capacidad funcional
* La gimnasia actúa como un potente antiinflamatorio de la arteria aunque esté enferma

La Nación
Martes 17 de mayo de 2005

Como en una cajita de cristal. ¿Así deberían vivir los que tuvieron un infarto, una cirugía cardíaca o un problema cardiovascular?
"De ninguna manera. Además de mejorar los factores de riesgo, el ejercicio actúa como un potente antiinflamatorio natural, porque tiene un mecanismo similar al de las drogas que bajan el colesterol", asegura el doctor Roberto Peidro, cardiólogo y especialista en medicina del deporte y, director del Departamento de Rehabilitación Cardiovascular y el Centro de Vida de la Fundación Favaloro.
Según Peidro, el ejercicio programado y supervisado siempre hace bien. "Hasta los de sobrecarga y de fuerza muscular, que muchos cardiólogos desaconsejan por temor a que aumenten la presión -advierte-. Pero nuevos trabajos demuestran que junto con el habitual ejercicio dinámico, como la caminata, la bicicleta, la cinta o el trote, se debe agregar sobrecarga muscular. Eso sí: hay que cargar pocos kilos y muchas repeticiones."
Peidro advierte que la frecuencia ideal para los cardíacos es ejercitarse tres veces por semana, aunque con sobrepeso o diabetes es mejor la ejercitación diaria, y dice que todo programa de rehabilitación cardiovascular demanda, primero, identificar el riesgo personal. "A partir de una prueba de ejercicio, la ergometría, se mide la capacidad aeróbica o consumo de oxígeno -dice Peidro-. La unidad se llama MET. Desde 10 METS la capacidad es muy buena, pero alguien con 5 METS puede realizar un ejercicio menos intenso."
Tenis single, afirma, demanda entre 10 y 12 METS. "Pero un paciente con 6 METS puede hacer tenis doble e ir mejorando."
Mayor rendimiento
Roberto Peidro afirma que también un enfermo cardíaco, como sucede con cualquier deportista, rendirá más a medida que entrene.
De eso puede dar fe Horacio, de 50 años. Tuvo un infarto que le robó el 25% de su capacidad cardíaca; también sufrió muerte súbita ("dicen que estuve muerto ocho minutos", asegura) y pasó 16 días en coma farmacológico, para después darse de bruces contra una infección generalizada y un edema cerebral, a los que siguieron la colocación de un stent en una arteria y luego un desfibrilador permanente.
"Y parece increíble -dicen el doctor Peidro y la kinesióloga licenciada Viviana Bonelli-, pero Horacio tiene mejor ergometría ahora que cuando comenzó."
Después de trotar, se acerca a la charla Narciso Israel, de 57 años, que tuvo angina inestable. "Antes hacía muy poca actividad física -admite-, pero acá conseguí no agitarme y me siento bien en general."
La intensidad, por otra parte, es también un aspecto importante. "Como no siempre se puede trabajar al máximo -dice el médico-, se busca alternar períodos de intensidad moderada a alta. Esto se logra con programas de ejercicios que van cambiando la demanda energética."
Cuando se baja de una de las bicicletas, Raquel, de 68 años, mira a la cámara. "A mí nadie quiere creerme, porque solamente había hecho gimnasia en la secundaria -explica, sonriente-. Tuve un infarto y llegué con muerte súbita. Tenía el 90% de las arterias tapadas. Fumé 40 años y había dejado el cigarrillo por mi cuenta. Cuando me hicieron la angioplastia tuve dos paros cardíacos. Pero se ve que «arriba» no me quieren?"
Raquel percibe claramente que el ejercicio es beneficioso. "Dígamelo a mí -coincide Horacio, de 60 años-. Me hicieron seis by pass. ¡Seis! Al principio no les llevé el apunte a los médicos y estuve tres años sin caminar ni media cuadra. Antes era un sacrificio ponerme las zapatillas, y ahora me agacho sin dificultades."
Efecto pleiotrópico
El "efecto pleiotrópico" es un concepto que describe un cambio raro e inesperado de varias características cuando se suponía que sólo una iba a cambiar. En el caso de las estatinas, las principales drogas para disminuir el colesterol, los efectos pleiotrópicos fueron muy positivos: no sólo bajan ese lípido, principal responsable de la formación de placas de grasa arteriales, sino que mejoran la función del endotelio (la capa interna de las arterias, que se "lastima" con la lesión aterosclerótica), disminuyen la resistencia a la insulina (y, con esto, bajan el riesgo de diabetes) y tienen una poderosa acción antiinflamatoria.
"El ejercicio posee esta misma acción -afirma Roberto Peidro-. Y trabaja tanto de manera preventiva como terapéutica, mejorando una lesión ya producida."
El ejercicio y las estatinas, agrega el especialista, logran lo mismo con distintos mecanismos y con idéntico resultado final, porque consiguen bajar el colesterol, aunque con la droga el descenso sea mayor.
"Hay estudios que muestran la regresión de la placa aterosclerótica gracias al ejercicio y también la acción sobre otras sustancias, por ejemplo las citoquinas -dijo Peidro-. Un estudio reciente indica que el ejercicio de moderada intensidad reduce hasta un 58% las citoquinas inflamatorias y, por otro lado, aumenta un 35% las citoquinas benéficas, que previenen la aterosclerosis."

Por Gabriela Navarra
De la Redacción de LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/704776

Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Mayo 17, 2005 03:04 PM