"Elsa y Fred"
China Zorrilla y Manuel Alexandre protagonizan esta coproducción hispanoargentina dirigida por Marcos Carnevale
La Nación
Espectáculos
Lunes 25 de Julio de 2005
Elsa es una señora mayor muy distinguida. Es argentina y vive en Madrid desde hace mucho tiempo. Allí también están sus dos hijos: uno, casado, que la ayuda económicamente; el otro, un bohemio, artista de vanguardia que no sabe muy bien qué hacer de su vida. Un día, un jubilado tan distinguido como ella se muda al departamento contiguo al que ella ocupa en un señorial edificio de la capital española. Es unos pocos años menor que ella, viudo y mucho más tímido. Su hija, que sufre la crisis de la clase media de su país, planea abrir un cibercafé. La forma en que Elsa y Fred se conocen no es muy feliz que digamos, pero sirve como excusa para expresar sus sentimientos postergados. Poco a poco, y a pesar de que cada uno carga con sus propias cuitas familiares, comienzan a quererse, como si tuviesen veinte años. Y con esa imbatible juventud piensan aprobar asignaturas pendientes. La más audaz es la que quiere cumplir Elsa, en la misma Fontana de Trevi romana que reunió a Marcello Mastroianni y a Anita Ekberg en "La dolce vita". Nunca es tarde, dicen, y para Marcos Carnevale esa reflexión se convierte en la simple razón para contar una singular historia de amor.
"Elsa & Fred", la tercera película de este director y guionista -en TV, de éxitos como "Soy gitano", "Padre Coraje", "Botines" y "Hombres de honor"-, es una coproducción argentino-española que el jueves estrenará Columbia y reunió a dos grandes figuras que, a pesar del océano entre ellas, tienen muchas cosas en común. Por un lado, la uruguaya (aunque a esta altura, rioplatense) China Zorrilla y, por el otro, el español Manuel Alexandre, secundados por un elenco que incluye a Roberto Carnaghi, Gonzalo Urtizberea, Blanca Portillo y la participación especial de Federico Luppi.
Audacia y timidez
China Zorrilla (83) se multiplica. Teatro (ahora, con "El camino a la Meca"), TV y cine (treinta películas) son su rutina cotidiana desde que tiene memoria, desde hace sesenta años, "Elsa & Fred" la llevó de Buenos Aires a Madrid y a Roma en poco menos de un mes. "China es una mujer de 35 años atrapada en el cuerpo de una señora mayor -dice Carnevale-, y si no la hubiera conseguido, no la hubiera hecho."
"Tenía que ser una historia ni ridícula ni grotesca, sino creíble, y creo que Marcos lo logró", reflexiona la actriz. "Es un personaje que habla mucho, que está muy bien repartido a lo largo del guión. Uno se ríe incluso hasta el final", dice convencida. "Siempre me pregunté cómo se hace hoy en día, que todo se vende para los jóvenes, una historia de amor entre gente de ochenta años, y Marcos me dio la respuesta. Me gustó la forma de contar la resignación con que Elsa acepta lo que le está pasando, porque en el fondo todos nos estamos muriendo, que es lo que hacemos desde que nacemos. Elsa es un poco parecida a mí -confiesa- porque soy una gran optimista: sabiendo que los plazos se acortan, siempre estoy planeando el futuro."
Manuel Alexandre (88) es uno de los grandes veteranos del cine español. Su filmografía incluye más de trescientos largometrajes, casi todos los dirigidos por el maestro Luis García Berlanga, otros de la mano de Juan Antonio Bardem y José María Forqué. Tiene, entre otros recuerdos, haber sido el protagonista del primer programa dramático de la TV española ("La petición de mano", de Chejov, nada menos), por entonces transmitido en vivo, y haber recibido el Goya de honor. Y a pesar de tanto camino, cuando repasa -en diálogo telefónico con LA NACION- la escena final de "Elsa & Fred", se muestra más tímido que China y se emociona. "Hacer cine a esta edad me parece un privilegio", asegura. "Me han ofrecido trabajar tanto en México como en la Argentina, pero como no me gusta viajar en avión, no he ido. Sí trabajé con muchos argentinos aquí, en España. Con Héctor y Ernesto Alterio, con Federico Luppi? Es como trabajar con mis compatriotas. Hacerlo con China ha sido una verdadera sorpresa. Ha sido una revelación, como un sueño. No la conocía, y cuando me fueron hablando de ella me fui entusiasmando. Y encontré una de las tres más grandes actrices con las que trabajé. Vi la película y me atrapó desde el primer momento, porque es como ver a dos chavales de romance. Todos detrás de cámara tuvieron la sensación de que nos conocíamos desde hace muchísimo tiempo."
Agrega Alexandre: "Toda la película tiene contrapunto de emoción y a veces de ironía. Con China ha sido sencillísimo lograrlo; con sólo mirarnos ya estábamos en situación tal como indicaba el guión, pero sin nada de eso que hoy se conoce como «motivación», fuera para reírnos, fuera para llorar. Para mí, hacer reír o llorar es lo mismo; lo que cambian son los papeles, y el que hace reír o llorar no es uno, sino el que escribe el guión. Actuar es una simulación, en la que muchas veces entra más la sinceridad que el oficio".
"¿Por qué tanta lozanía? Pues porque he sido buena persona", responde Alexandre, como si la pregunta se la hubiese formulado a sí mismo, muy convencido de lo que dice. "El placer más grande que existe -dice, refiriéndose a la vida- es el de dar. Elsa y Fred son dos personajes que se van dando el uno al otro, y por eso son tan queribles." "Ser dirigido por Carnevale fue como un juego: me parece un director extraordinario, y he conocido unos cuantos", reconoce.
Dos pantallas
"Acá hacemos un cine casi neorrealista; nos la rebuscamos para tener tecnología muchas veces inalcanzable, para conseguir actores indispensables, para rodar en menos semanas de las que deberíamos, con la menor cantidad de negativo posible", asegura Carnevale (42), guionista y director. "No fue mi caso -asegura-, porque es una película grande, de dos millones de euros, aunque no tenga efectos especiales. En Estados Unidos tienen todo, pero paradójicamente, se da esta cosa de la crisis de ideas. El hecho de tener obstáculos creo que es un buen incentivo para que la creatividad se potencie."
El cineasta no tuvo suerte en su intento de conocer personalmente a su idolatrado Federico Fellini, aunque consiguió cartearse con él ("Creo que haciendo la escena de la Fontana de Trevi, de alguna forma cerré mi historia de desencuentros con Fellini", comenta). Piensa: "La TV también tiene muchas limitaciones, pero es un ejercicio muy grande tratar de lograr lo mismo que los norteamericanos y de alguna forma conseguirlo. El caso de «Botines», por ejemplo, telefilms que hacíamos en cinco días. En España alucinan con la creatividad y velocidad que tenemos".
"Me molesta esa cosa de enfrentar a arte con industria", dice. "No creo que haya necesidad de dividir las aguas, y además no sé bien a quién le conviene que esto ocurra. Hay películas buenas o malas más allá de estos sellos. A veces me pregunto qué es lo que quiero hacer. Con esta película no quise caer en el lugar común, en la comedieta fácil. Mi intención fue hacer equilibrio entre arte e industria."
"La gente no es tonta. Lo veo en TV: cuando uno pone un programa mejor hecho, de mejor calidad, tiene más rating. Hay películas y programas muy comerciales y hasta livianos, que responden a ciertas necesidades de determinado público a los que no hay que medir con la misma vara."
Dijo quien fue uno de los principales responsables del ciclo "Padre Coraje", que ganó siete Martín Fierro incluido el de oro: "La película tiene un lindo mensaje, que es «ojo [con] qué vas a hacer con tu vida», tratar de decir que nunca es tarde para vivir lo que no viviste. Aquí creemos que a nuestros mayores hay que dejarlos porque ya han vivido y no pensamos que pueden tener sueños, cosas que no hicieron, pero que todavía pueden sonar porque están vivos. Incluso hay gente más joven que piensa que ya no se puede, y no es así. Nada es imposible".
Por Claudio D. Minghetti
De la Redacción de LA NACION
http://www.lanacion.com.ar/entretenimientos/nota.asp?nota_id=724217
Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Julio 25, 2005 08:26 AM