Gerontologia - Universidad Maimónides

Julio 29, 2005

VIEJO. INTELIGENTE. PRODUCTIVO

Emma Shulman es un dínamo. La veterana asistente social trabaja hasta 50 horas a la semana reclutando gente para tratamiento en la clínica de Alzheimer en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York. Su jefe, el siquiatra Steven H. Ferris, teme el día que ella decida retirarse: “Definitivamente tendremos que contratar a dos o tres personas para reemplazarla”, dice Shulman se queja: “Uno de mis problemas es el exceso de energía, me vuelve loca”.

Fuente: Diario Financiero
Autor: Peter Coy
Fecha: 12 y 13 de julio de 2005

Ah, una cosa más sobre Emma Shulman. Tiene casi 93 años de edad. Shulman es más que una mujer asombrosa. Ella podría ser un presagio de las cosas que vendrán a medida que los primeros de los 78 millones de personas en la generación del Baby Boom entran a sus años dorados. Por supuesto, nadie predice que todos los boomers trabajarán hasta los 90 años. Pero Shulman -y veteranos más conocidos, como el inversionista Kira Kerkorian, 87, y el presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, 79- son la prueba de que el trabajo productivo, rentable, no tiene que terminar a los 55, 60, o incluso, 65.

Viejo. Inteligente. Productivo. Más que un peso muerto económico, es probable que la siguiente generación de estadounidenses mayores haga una contribución mucho más grande a la economía que la anticipada por muchos de los pronósticos actuales. Cierto, la mayoría de las personas pierde velocidad a medida que envejece. Pero una nueva investigación sugiere que los boomers tendrán la capacidad –y el deseo- de trabajar productiva e innovadoramente mucho más allá de la edad habitual de jubilación de hoy. Si la sociedad puede recurrir a sus talentos, los empleadores se beneficiarán, los estándares de vida serán más altos, y los problemas del financiamiento de la Seguridad Social y de Medicare serán más fáciles de solucionar. La lógica es tan poderosa que es probable que haga a un lado muchas de las barreras legales y prácticas empresariales que hoy evitan que los trabajadores más viejos alcancen su potencial productivo pleno.

Herramientas de memoria

En los años venideros, más estadounidenses llegando a los 60 y 70 querrán trabajar, por lo menos medio tiempo. Los investigadores están encontrando que lejos de agotar a la gente, el trabajo puede de hecho ayudar a mantenerla mental y físicamente en forma. Muchos trabajadores altamente educados y bien pagados –abogados, médicos, arquitectos- ya trabajan hasta edades avanzadas porque sus habilidades son valoradas. Los boomers, con más educación que cualquier generación en la historia, probablemente seguirán ese modelo. Y la rápida obsolescencia actual del conocimiento en realidad puede jugar a favor de los trabajadores mayores: solía pensarse que entrenar a la gente cerca de jubilarse era un derroche. Pero si el entrenamiento tiene que refrescarse cada año, entonces las empresas pueden capacitar tanto a los viejos como a los nuevos empleados.

Igual de importante, el trabajo de alto nivel se está haciendo más fácil para los viejos. Gracias a los avances médicos, las personas se conservan sanas, lo que les permite trabajar más tiempo que antes. Pocos trabajos requieren tareas físicamente exigentes tales como carga pesada. Y la tecnología –desde medicamentos reforzadores de memoria hasta los motores de búsqueda de Internet que sirven como memorias auxiliares- ayudará a los trabajadores mayores a compensar los efectos del envejecimiento.

“Asumiendo que las mejores tendencias de salud continúan, los boomers deberían poder trabajar productivamente hasta fines de sus 70 si lo desean, dice Elizabeth Zelinski, decano de la Escuela Leonard Davis de Gerontología en la Universidad del Sur de California. Pero aprovechar ese potencial requiere que gobierno y empresas desechen las anticuadas reglas, prácticas, y prejuicios que jubilan prematuramente a personas que preferirían seguir trabajando. En muchas compañías, existe el supuesto tácito de que los trabajadores más viejos son mucho menos capaces que sus contrapartes más jóvenes. Así que además de asegurar que los trabajadores mayores obtengan su justa parte del entrenamiento, los altos ejecutivos también pueden necesitar afrontar directamente la involuntaria discriminación por edad.

La sociedad también tendrá que hacer frente a la difícil cuestión de cómo cambiar el sistema de la Seguridad Social para atender a una población más vieja pero más sana. Un acercamiento equilibrado puede ser aumentar la edad de jubilación en la Seguridad Social más rápido al tiempo que se refuerza el programa de invalidez de la Seguridad Social -que ahora cubre a ocho millones de trabajadores incapacitados y dependientes.

Esta visión optimista del envejecimiento en Estados Unidos contrasta notoriamente con la sabiduría convencional, que espera con pavor a las fiestas de cumpleaños con que los primeros boomers celebrarán sus 60 años en 2006. Expertos esperan con pesimismo que los boomers se jubilen en miríadas poco después de cumplir 60, como sus antepasados, mientras que los que sigan trabajando se ocuparán en empleos menos desafiantes y productivos. El miedo es que los boomers finalmente sigan el llamado de Timothy Leary, abandonen (la fuerza laboral) y enciendan (el televisor). “Esta explosión en el número de estadounidenses mayores pondrá una carga económica sin precedentes en adultos en edad de trabajar”, escribió el banquero de inversión Meter G. Peterson el año pasado en su libro más reciente, “Running on Empty” (corriendo en banda).

Pero la carga no será tan pesada si las carreras productivas de la gente se extienden en sincronía con sus expectativas de vida. ¿Cuánto podría beneficiarse la economía de personas trabajando mejor y por más tiempo?

Un análisis de BusinessWeek concluyó que la productividad superior de los estadounidenses más viejos y una participación más alta en la fuerza laboral podrían añadir 9% al producto interno bruto para 2045, por encima de lo que de otro modo habría sido. (Esto asume, por ejemplo, que durante los próximos 40 años la salud y la tecnología reducen la brecha de productividad entre los trabajadores más viejos y sus contrapartes más jóvenes). Este aumento del 9% en el PIB agregaría más de US$ 3 billones al año, en dólares de hoy, a la producción económica.

El crecimiento añadido sería un triunfo puro para las finanzas de gobierno, puesto que una economía más grande con trabajadores más productivos rinde ingresos fiscales más altos. Y hay pocas dudas de que animar a la gente a trabajar más, en línea con vidas más largas, haría mucho para garantizar la solvencia de la Seguridad Social.

La idea de que ciudadanos de una nación rica como Estados Unidos optarían por trabajar años adicionales sigue siendo algo nuevo. Durante la mayor parte del siglo XX, las edades de jubilación bajaban mientras las expectativas de vida subían. La tendencia parecía imparable: mientras en 1950, el 46% de los hombres de 65 años y más estaban en la fuerza laboral, para 1985 la fracción se había hundido al 16%. El ingreso de las mujeres a la fuerza de trabajo compensó sólo en parte la declinación total.

Pero comenzando a mediados de los años 80, algo muy inesperado comenzó a suceder: la tendencia se invirtió, y más estadounidenses viejos decidieron seguir trabajando. El incremento se aceleró incluso en los débiles mercados laborales de los últimos años. La participación de hombres de 65 años y más en la fuerza laboral ha vuelto a casi 20% -la más alta desde los 70.

En parte, por supuesto, el aumento más reciente en la edad de los trabajadores puede explicarse por la caída del mercado bursátil desde su máximo de 2000, lo que impactó en los ahorros previsionales. Además, menos trabajadores tienen buenos planes de jubilación de beneficios definidos, que les permitirán retirarse jóvenes. Pero la necesidad financiera no puede ser la única razón por la que más estadounidenses viejos están trabajando más. Encuestas de la Reserva Federal muestran que las familias de más edad encabezadas por personas de entre 55 y 64 años se elevó en 74% entre 1992 y 2001, después de ajustar por inflación, y probablemente han subido más desde entonces.


Tan joven como se sienta

Mejor todavía, los estadounidenses mayores de hoy, en mejor forma, no sienten el trabajo como una carga. Mucha gente de más de 60 años no piensa en sí misma como vieja. Un buen ejemplo es Teodora Emiko “Teddy” Yoshikami, 61, que organiza programas culturales en el Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York. En su tiempo libre, golpea grandes tambores en un grupo japonés de percusión. “La gente siempre se sorprende al escuchar lo vieja que soy”, dice la ex bailarina.

La generación del Baby Boom está incluso en mejor forma para su edad y más decidida a seguir activa. Dos tercios de la gente encuestada el año pasado por el Instituto de Investigación de Beneficios para Empleados, organización con respaldo de empresas, dijo que esperaba trabajar por dinero durante su jubilación. Una encuesta a los boomers hecha por AARP en enero concluyó que dos de cada cinco trabajadores entre 50 y 65 años quería un retiro gradual, “escalonado” en lugar de una abrupta cesación del trabajo –y casi 80% de ellos dijeron que la disponibilidad de programas de jubilación progresiva en sus empleados les animarían a trabajar más tiempo. Si bien es probable que muchos boomers no se apeguen a esas valientes resoluciones, la tendencia a trabajar está claramente en alza.

La buena salud ayudará. La proporción de aquellos entre 65 y 69 años con alguna incapacidad para trabajar bajó de casi 28% en 1995 a menos de 22% el año pasado. Los avances en medicina están curando muchos de los problemas que alguna vez obligaron a los trabajadores mayores a jubilarse. Por ejemplo, Genetech Inc. anunció el 23 de mayo que una droga para el tratamiento de la generación macular actualmente sometida a pruebas clínicas mejora la vista en los ancianos. Y la mejor salud está coincidiendo con el trabajo menos extenuante, gracias a la automatización y la contracción de la manufactura. La participación de los trabajadores de 55 a 60 años que dijeron que sus trabajos no exigían demasiado esfuerzo físico se elevó de 32% en 1992 a 38% en 2002, según un estudio del Instituto Urbano.

La salud mental entre los adultos mayores parece estar mejorando. Elizabeth Zelinski, decano de la Escuela Leonard Davis de Gerontología de la Universidad del Sur de California, ha descubierto que enfermedades cardiacas, hipertensión, y diabetes deterioran directamente la función cerebral – y ella ve evidencias de que la medicina moderna está manejando mejor esas enfermedades. El jefe de la trabajadora social de 93 años Emma Shulman en el centro médico de NYU, Steven Ferris, espera mayores ganancias para los trabajadores mayores del uso creciente de medicamentos reforzadores de memoria y ayudas tecnológicas tales como asistentes digitales personales (PDA) y monitores de búsqueda. Ferris comenta: “Me acuerdo de mi padre con papelitos para recordar cosas. La gente ya no tiene que hacer eso”.

Algunas empresas están descubriendo el punto. Están contratando o reteniendo a los trabajadores más viejos con horarios de trabajo flexible y mucho entrenamiento. United Technologies Corp. (UTC) gasta más de US$ 60 millones al año un programa que paga los gastos de los trabajadores de cualquier edad que estudien en su tiempo libre. En su planta Hamilton Sundstrand en Miramar, Florida, el mecánico Ed Pérez, de 61 años, prepara un bachillerato en estudios legales. Consiguió un grado en gestión de mantenimiento de aviones hace dos años y espera ir a la escuela de leyes. “Si no se me acaba el tiempo y a UTC no le acaba el dinero, seguiré adelante”, dice. El presidente y CEO de UTC George David, de 63 años y también candidato a entradas rebajadas al cine, sostiene un trabajador educado como Pérez es mejor trabajador, sin importar edad o área de estudio. Más aún, el incentivo de educación gratuita tiende a tentar a los empleados más capacitados y motivados de UTC, así que es un camino para que la compañía conserve a la gente que desea. Las tasas de retención entre “empleados estudiantes” son casi 20% más altas que para trabajadores estadounidenses comunes.

Conservar la experiencia

CONSOLIDATED EDISON INC., una compañía eléctrica de Nueva York con una mano de obra que envejece, busca conservar a sus valiosos funcionarios más experimentados con beneficios como un servicio de centros médicos para adultos mayores y capacitación durante toda su carrera. La firma quiere conservar la experiencia de trabajadores como Frederick R. Simms, 67 años, encargado de emergencias en terreno, que ha visto de todo en sus 49 años en la compañía, desde roturas de matrices de agua hasta el colapso del World Trade Center. En un trabajo donde la confianza y la simpatía son vitales, Simms se trata de tú con los bomberos y otros trabajadores de emergencia en todo Manhattan. Con Ed lo envió recientemente a un taller de “trabajo orientado a la gente” de dos días. “No tengo la energía que solía tener, pero podría trabajar 16 horas hoy si tuviera que hacerlo”, dice Simms, añadiendo que “sé que a la compañía le gusta tenerme cerca”.

Los economistas han señalado que las empresas están perdiendo una oportunidad al capacitar menos a sus trabajadores más viejos. Investigaciones muestran que tienden a operar tecnologías de información más lentamente pero con menos errores. Estudios de trabajadores desplazados que fueron reinstruidos en universidades locales en el estado de Washington descubrieron que los aumentos salariales eran igual de grandes para los trabajadores mayores que recibieron entrenamiento como para los más jóvenes – lo que indica que la capacitación que recibieron se retuvo.

¿Bloqueará la permanencia de trabajadores mayores el ascenso de los jóvenes? Quizá. Pero lo que preocupa más a los empleadores es lo opuesto – falta de mano de obra que pudiera surgir si los boomers se jubilan en masa y no hay suficientes reemplazantes. La Oficina Presupuestaria del Congreso prevé que el crecimiento de la fuerza laboral se desacelerará casi a la mitad de la próxima década.

Estados Unidos saca más ventaja del potencial de sus ciudadanos de la tercera edad que la mayor parte de Europa, donde la jubilación anticipada es rutina debido a la largueza de las pensiones. Seis de cada diez estadounidenses entre 55 y 64 años sigue trabajando, versus sólo cuatro de diez en la Unión Europea.

Elecciones de políticas inteligentes, tales como la abolición de la mayoría de las reglas de jubilación obligatoria, han ayudado a poner a EE.UU. en posición de rescatar la capacidad y la energía de la gente mayor. Desde 2000, beneficiarios de la Seguridad Social pueden recibir sus pensiones completas sin importar cuánto ganen trabajando después de los 65 años. El Servicio de Impuestos Internos ha propuesto normas, a partir del próximo año, para que la gente de 59 años y medio y más, pueda recibir parte de sus pensiones aún cuando sigan trabajando. Como la gente no tiene que jubilarse para recibir la pensión, los expertos prevén que es probable que más permanezcan en sus puestos. La propuesta es un paso en la dirección adecuada, aunque grupos de empleadores se quejan de que hay mucha burocracia involucrada.


Crear incentivos

¿Qué más se puede hacer para aprovechar el potencial productivo de trabajadores mayores? Introducir más flexibilidad en los sistemas de pago y jubilación, para crear más opciones a medida que los empleados envejecen. El consultor Ken Dychtwald, autor de Age Wave, recomienda el ejemplo de Deloitte Consulting LLC, que tienta a sus valiosos empleados mayores a quedarse llamándolos “senior leaders” e incentivándolos con horarios y locaciones flexibles, proyectos especiales, y oportunidades para tutorías e investigación.

Otra posibilidad es permitir a las compañías convertir las pensiones tradicionales de beneficios definidos, que alientan la jubilación a partir de los 55 años, a planes que no tengan incentivos para la jubilación. Tales conversiones han estado congeladas desde 1999 por legítimas preocupaciones por discriminación de edad, aunque la Administración Bush ha propuesto leyes que romperían el bloqueo. Es prudente cerciorarse de que el cambio de planes no daña a los trabajadores más viejos, pero esa preocupación preserva un sistema que tienta a la gente a jubilarse cuando aún tiene mucho que contribuir al mundo laboral.

Quizás la idea más polémica es romper el acoplamiento típico entre remuneración y antigüedad. Como más gente trabaja hasta los 60 y 70, los pagos deben ajustarse para emparejar cuánto trabaja la gente y lo que logran en el trabajo.

También es crítico repensar el papel de Seguridad Social en una economía donde los ingresos –y las expectativas de vida- están creciendo. En teoría, la Seguridad Social debe proporcionar una red de seguridad para quienes de verdad son demasiado viejos para trabajar y carecen de ahorros, mientras que anima a la enorme generación de boomers a permanecer empleada y productiva por el bien de sí mismos y de la economía.

La conclusión lógica: aumentar gradualmente la edad normal de jubilación para la Seguridad Social a 70 años. De ahí en adelante, vincular nuevos incrementos a avances en la longevidad. Es también esencial aumentar la edad, ahora 62 años, a partir de la cual la gente puede optar por una pensión anticipada. Investigaciones sugieren que muchos toman la edad oficial de jubilación anticipada como señal que está bien abandonar la fuerza laboral, aún cuando recibirán cheques mucho más pequeños durante el resto de sus vidas. Elevar la edad de jubilación anticipada indicaría que 62 años es demasiado joven para pensionarse en una época de septuagenarios corredores de maratón.

Elevar la edad de jubilación anticipada de la Seguridad Social sería duro para trabajadores con problemas de salud, o cuyos empleos requieren más esfuerzo físico. Una solución posible es ampliar el programa de seguro por invalidez de la Seguridad Social. El gasto extra en los pagos por incapacidad a los trabajadores más viejos serían más que compensados por los ahorros al subir las edades de jubilación anticipada y normal en paralelo.

No hay duda de que Estados Unidos envejece. Pero la solución al cambio demográfico nos mira a la cara. En palabras del investigador del Instituto Urbano C. Eugene Steuerle ante el Comité de Medios y Arbitrios de la Cámara de Representantes en mayo: “Gente de 50, 60 y 70 ahora se ha convertido en la mayor fuente de recursos humanos sin utilizar en la economía”. Al trabajar más tiempo –y de modo más productivo- los boomers ayudarán a la economía estadounidense a prosperar incluso mientras sus odómetros personales sigan avanzando.

Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Julio 29, 2005 09:18 PM