Crisis en el Estado de bienestar
El envejecimiento de la población y el aprovechamiento desmedido de los subsidios estatales conspiran contra el sistema
La Nación
Domingo 31 de julio de 2005
Fue para muchos el modelo de sociedad para seguir, con sus promesas de igualdad, pleno empleo y grandes beneficios sociales. El llamado "modelo escandinavo" de Estado de bienestar era idealizado por países de América latina castigados por recurrentes crisis económicas y profundas desigualdades.
Sin embargo, ese modelo podría estar llegando a su fin. El envejecimiento de la población y el aumento de la cantidad de gente que opta por vivir de los generosos subsidios estatales en lugar de trabajar están provocando grietas en el sistema benefactor de los Estados nórdicos. Hay cada vez menos trabajadores para financiar el sistema -que incluye amplios servicios, desde guarderías para niños hasta el cuidado de ancianos- y es cada vez más difícil subir los ya altísimos impuestos.
La intención del primer ministro sueco, Göran Persson, de retirarse de la política, después de diez años de gobierno, es una evidencia de la crisis. Tras esa decisión estarían las encuestas, que prevén una derrota de los socialdemócratas en las elecciones del año próximo y la llegada de una coalición de derecha, que pondría fin a 70 años de virtual hegemonía del partido de Persson. Según los analistas, entre los factores que desgastaron su largo mandato -además de varios casos de corrupción- está el agotamiento del "modelo sueco".
"Suecia ya ha abandonado el sistema maximalista de Estado benefactor", dijo a LA NACION Mauricio Rojas, parlamentario sueco de origen chileno que visitó Buenos Aires. "Ahora está buscando una alternativa", señaló.
El Estado benefactor sueco empezó a agotarse tras la grave crisis económica de 1990. El gobierno se vio obligado a reducir el gasto público, recortar la política social y encarar privatizaciones -algo impensado hasta entonces- en áreas como la salud y la educación.
Cifras que conspiran
Pero son las actuales tendencias las que ponen realmente en peligro el Estado de bienestar. El desempleo -que cifras oficiales ubican en el 5%, pero que llegaría al 15% según la oposición-, sumado a una verdadera epidemia de deserción laboral -cada vez más gente elige no trabajar, pide licencia por enfermedad o se retira anticipadamente-, está generando un enorme agujero en las cuentas nacionales. El presupuesto para 2005 asume un déficit del 5,1%. El elemento desestabilizador más importante detrás de ese déficit es el aumento explosivo del costo de los subsidios por enfermedad, que en 2004 consumió nada menos que el 16% del presupuesto, en un país donde la gente goza de los mejores niveles de salud del mundo.
Según explicó Rojas, que pertenece al Partido Liberal, el sistema sueco no incentiva el trabajo, porque la diferencia económica entre trabajar y no hacerlo es para muchos muy pequeña o inexistente. A modo de ejemplo, señaló que algunos trabajadores han llegado a pagar el 100% de sus ingresos en impuestos. Esta situación empuja a mucha gente a dejar sus trabajos y vivir del Estado. "El problema es que, al mismo tiempo, la gente quiere más salud y educación, pero ya es imposible subir más los impuestos", explicó Rojas. Los altos costos laborales incluso empujan a la emigración de pequeñas empresas fuera de Suecia. A esto se suma el envejecimiento de la población. En los próximos años, serán más los que dejen el mercado de trabajo que los que ingresen en él.
Este problema afecta también a Noruega, que tiene un Estado de bienestar similar. "Desde 2010 se prevé que la población de más de 65 años crecerá sustancialmente. Por eso el gobierno intenta llegar a un acuerdo sobre una reforma del régimen de pensiones", explicó a LA NACION Stein Kuhnle, profesor de la Universidad de Bergen. Kuhnle recordó, no obstante, que la situación económica de su país es "mucho mejor" que la de sus vecinos, dados sus ingresos por la producción de petróleo y gas, lo que le permite demorar el ajuste en las políticas sociales.
Dinamarca enfrenta también el problema del envejecimiento. Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) señaló: "Las finanzas públicas son insostenibles si no se llevan a cabo reformas en el mercado laboral y en el sistema de bienestar". Otros son más optimistas. "Dinamarca tiene un sistema de pensiones fuerte que puede adaptarse a ese fenómeno", señaló a LA NACION Thomas Boje, profesor de la Universidad de Roskilde.
Frente a la escasez de población activa, algunos proponen un mayor incentivo a la inmigración. Sin embargo, una gran proporción de los inmigrantes que llegan a estos países se incorporan al sistema de subsidios del Estado y no al mercado laboral. Los suecos incluso se quejan de que los inmigrantes llegan a su país para vivir de ellos. Y entre los que sí trabajan, la mayoría lo hace como mano de obra barata, por lo que no aportan mucho al fisco.
Por Dolores Tereso
De la Redacción de LA NACION
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