Tampoco los tienen en cuenta la gestión del Gobierno ni la agenda del Congreso.
Daniel Muchnik.
dmuchnik@clarin.com
Lunes | 08.08.2005
El tema previsional es el gran ausente en esta campaña electoral. Más grave aún: no figura en la agenda parlamentaria. Y peor: no forma parte de las prioridades de la actual gestión de Gobierno. Las únicas iniciativas provienen, aunque con una espectacular demora, de la Justicia, que les da la razón a los jubilados pero con 10 años de atraso. Aun así, el Gobierno cancela esas sentencias con pago en bonos a varios años.
Tampoco se impulsó un compromiso de la campaña electoral anterior, la que posibilitó el acceso al poder de las actuales autoridades: permitir que los afiliados de las AFJP puedan volver al Estado. Ningún funcionario explicó por qué ese punto de la plataforma electoral cayó en saco roto.
La Cámara de la Seguridad Social cuestionó, en un reciente fallo, la falta de movilidad jubilatoria y fijó índices de actualización. Pero el Gobierno, a través de la ANSeS, apeló a la sentencia. De esta manera, mientras que por lado se proclama que el objetivo oficial son los jubilados, por el otro no se acata una sentencia judicial que plantea ajustar las jubilaciones para evitar el deterioro que les provocó la inflación.
En el ínterin, y después de haber calificado al sistema privado de "fracaso", el Gobierno volvió a legitimar a las AFJP cuando acordó con ellas el canje de la deuda. Y después, cuando negoció la participación de las AFJP en la colocación de los nuevos bonos de la deuda pública.
En 2003 y 2004, desde el Ministerio de Economía se lanzaron graves acusaciones contra el sistema privado y se cuestionó, en casos determinados, la responsabilidad de varios gerentes. Luego se sucedieron las promesas de cambio y se conocieron planes parlamentarios y privados para regresar al sistema de reparto. Esas voces se fueron acallando.
A lo largo de la experiencia argentina está probado que no funciona ni un sistema de reparto por sí, ni uno de capitalización, ni uno mixto en el marco de una economía sin reglas claras, que va y viene, a los tumbos. El régimen de capitalización individual, tal como se lo conoció en el país, solo formó parte del lamentable espejismo que forjó el esquema de convertibilidad.
Tras un tiempo de indecisiones desde el sector público, ahora los fondos de las AFJP se están revaluando por los rendimientos extraordinarios que ofrece el Estado. Empero, ya sabemos, porque el colapso no está tan lejano en el pasado, el final que pueden tener esos pingües beneficios.
Hay un doble discurso en materia previsional. Eso de haber prometido cambios que no se cumplieron y la desaprensión hacia los jubilados es moneda corriente. Pero los números marcan la compleja realidad. Quien ganaba 1.000 pesos como pasivo en 1996, en 1998 o en 2000, sigue ganando lo mismo, aunque los precios escalaron, como se vio, más del 60 por ciento. Queda en claro: perder el 40 por ciento del poder adquisitivo es padecer un proceso confiscatorio.