La situación que están viviendo en la actualidad quienes forman parte de la Tercera Edad es gravísima. Se trata de unos 2,5 millones de personas, muchas de las cuales reciben sueldos que las ubican por debajo de la línea de la pobreza, mientras que otros ancianos están en situación de indigencia.
OPINA: EUGENIO SEMINO
Buenos Aires, octubre de 2005 (RIS- Argentina)
Además, los servicios sociales que deberían recibir están siendo recortados y varios no se cumplen normalmente. Así es como aparecen casos de adultos mayores que deben esperar un largo período de tiempo para recibir un marcapaso, ser intervenidos quirúrgicamente o recibir un tratamiento oncológico, entre otros.
Desde hace 11 años, en la Defensoría de la Tercera Edad de la ciudad de Buenos Aires (antes denominada Instituto de Defensa de Derechos e Intereses de Adultos Mayores) impulsamos la resolución de cientos de problemas que tiene este sector de la población. Hay aproximadamente entre 100 y 200 reclamos diarios que se presentan en el organismo. La mayoría de ellos están referidos a la mala atención de los sistemas de salud, problemas de dependencia o maltrato social y/o familiar que sufren.
Los programas sociales que impulsa el Estado pretenden ser políticas de promoción pero en realidad siempre terminan convirtiéndose en asistencialistas. Esto sucede porque no hay planes de envergadura y por la gran cantidad de gente a la que quieren abarcar. De esta forma, encontramos siempre un marketing social donde se pone énfasis en “lo testimonial”. Falta decisión para lograr un cambio estructural en el ámbito de la seguridad social y de los sistemas de salud.
Asimismo, es necesario tener muy en cuenta la situación demográfica que se vive en Europa, donde a pesar de que se haya incorporado a los mayores al consumo de productos, no se resolvieron todavía los problemas que existen respecto al rol que este colectivo social debe cumplir.
Esto último tiene mucho que ver con otro de los puntos a resolver: la violencia a la que se ven sometidos los integrantes de la Tercera Edad. Creo que la causa principal es que los roles sociales se distorsionaron, y éste es un fenómeno que afecta a toda la sociedad. El primero que agrede es el Estado y, como consecuencia, es el que da el ejemplo para que el resto de la población actúe de la misma forma. Es necesario cambiar esto para que se genere una contención desde la familia en la que cada uno de sus componentes cumpla determinados roles.”
*Eugenio Semino, especialista en Gerontología, director de la Defensoría de la Tercera Edad de la ciudad de Buenos Aires.