Es Daniel Herrera, neurólogo y psiquiatra, uno de los referentes más prestigiosos en el tema. Trabaja en diferentes mecanismos, pero evitando el polémico uso de células madre sacadas de embriones.
Eliana Galarza.
egalarza@clarin.com
Lunes | 31.10.2005
En un cerebro humano normal hay aproximadamente 100 mil millones de neuronas. El argentino Daniel Herrera, neurólogo y psiquiatra, es uno de los científicos que más las estudia. Profesor del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cornell y del hospital The New York Presbiterian, y director del laboratorio de Psiquiatría Biológica y Reparación Cerebral de ese mismo hospital, es, a los 42 años, uno de los referentes más prestigiosos en investigaciones neuronales.
A Herrera le preocupa encontrar el modo de devolverles a las neuronas más vulnerables la fortaleza perdida.
Desde hace años viene trabajando sobre diferentes mecanismos para lograrlo y ahora está en la Argentina para presentar algunas de las conclusiones de sus trabajos.
El primero de ellos tiene que ver con las células madre, esas células que potencialmente se pueden transformar en reemplazo para otras que, por ejemplo, se encuentren dañadas.
"Hace dos años, demostramos en un trabajo que existen células madre en el bulbo olfatorio, que es una prolongación del cerebro. Es decir que podemos tomarlas de allí y así evitar tener que usar células madre de embriones, un tema tan polémico en varios sectores de la sociedad", explica Herrera.
Ese camino abre la posibilidad de nada menos que la autorreparación; es decir, colocar esas células madre en el sector lesionado y conseguir que por diversos mecanismos fisiológicos, esa región se pueda recuperar.
El segundo logro de este científico fue descubrir que para mejorar y ayudar en el crecimiento de las neuronas más jóvenes (que son, además, las más vulnerables, las más debiluchas) se pueden usar antioxidantes, sustancias que pueden ayudar a fortalecerlas.
"El ciclo normal de las células neuronales indica que nos acompañan durante toda la vida. Pero se descubrió que en una región particular, el hipocampo, eso no sucede así. Allí se renuevan constantemente; y no se sabe muy bien para qué sirven pero se cree que están preparadas para poder adquirir nueva información", dice Herrera.
Y agrega: "La memoria, en cambio, está en la corteza cerebral en donde se encuentran las que son permanentes".
En condiciones normales, cuando se dice que "murieron algunas neuronas" se trata de las del hipocampo, especialmente las jóvenes. Una de las causas de esa muerte es el alcoholismo pronunciado.
Herrera estudió en detalle ese proceso. "Lo que produce el alcohol (en cantidades promedio de 5 a 6 tragos por día) es matar a las células nuevas porque acelera un proceso que se denomina estrés oxidativo", dice el neurólogo argentino.
Aquí podrían intervenir los antioxidantes porque darían protección a la neurogénesis (el proceso de formación de las neuronas) y le otorgarían más vigor a las más débiles.
Ahora se está experimentando con el selenio, una sustancia que ayuda a ese fortalecimiento.
No obstante, en el futuro sería posible desarrollar otros elementos, parecidos a las vitaminas, que ayudarían a que, por ejemplo, las víctimas de accidentes cerebrovasculares lograran una rehabilitación más eficaz.
También —aunque más lejano en el tiempo— estos elementos podrían ser una opción para combatir el Alzheimer o el Parkinson.
Un prometedor atajo para contar con mejores terapias a pacientes con diabetes, cáncer, mal de Alzheimer o de Parkinson, entre otros desórdenes, pareció surgir tiempo atrás con el mecanismo para conseguir células "reparadoras" a partir de embriones humanos. Pero este camino generó —y genera—iras y controversias en sectores religiosos y en algunos científicos.
Herrera, por el contrario, está empecinado en ayudar a las neuronas más vulnerables a sobrevivir en buena forma, pero sin recurrir a células madre embrionarias.
Por eso, para él, todos los nuevos caminos por los que transita son posibles.
De aquí y de allá
Eduardo San Pedro
esanpedro@clarin.com
En medio de la polémica mundial sobre las células madre, un argentino parece encaminado a lograr la hazaña de conseguir la autoreparación (recuperar regiones lesionadas), sin recurrir a las polémicas células de embriones humanos. Va a contramano de Gran Bretaña, que inauguró hace poco el primer banco mundial de células madre, que incluye a las embrionarias, con la expectativa de hallar nuevas terapias para enfermedades como el Alzheimer, el Parkinson o la diabetes tipo I. Pero está en línea con el gobierno de George W. Bush, el Vaticano y el Parlamento Europeo, que se oponen al uso de embriones y a la clonación terapéutica. Más allá de su posición, un tema quizá más importante está en juego: el doctor Daniel Herrera se fue de aquí porque no podía investigar; y dice que quiere volver. Duele pensar que su regreso puede ser, por falta de medios, un virtual fin para su aventura científica.
Publicado por Licenciatura en Gerontología el día: Noviembre 1, 2005 07:12 AM