Gerontología - Universidad Maimónides

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Lexicografía de la vejez

La vejez fue, salmódicamente, alabada por los antiguos griegos y romanos, árabes y persas. La importancia de los ancianos en la sociedad fue enorme; representaban el tesoro de la memoria y “guardaban” los descubrimientos de los grupos humanos en épocas en que no había escritura para archivar la memoria y la mayoría de la gente no sabía leer.

El SENADOR (senior, mayor, el más viejo) tenía el prestigio de la experiencia vital acumulada, de la madurez, del sosiego. La gente confiaba en su liderazgo; la edad era un criterio objetivo de autoridad (Consejo de Ancianos); los viejos eran los especialistas en el pasado.

Dr. Leonardo Strejilevich

Publicado por Mayores en Movimiento
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En las lenguas actuales “occidentales” a las personas mayores se les dice viejo, vell, vello, viellard, vecchio que encierra la idea de cosa gastada, deteriorada por el uso y el paso del tiempo.
Frente a estas palabras con significado peyorativo, las lenguas “orientales” usan para designar al anciano los términos shaij (árabe = doctor, maestro, guía espiritual, jefe de familia o tribu, abad de un monasterio) y gadim (árabe = príncipe eterno o apelativo de Dios). En persa, se usa pir ( = anciano, fundador de una secta, el mundo, el cielo, un ángel) y mard (héroe, valiente, atrevido).
“Viejo”, puede ser sinónimo de añoso, anciano, mayor, advirtiendo que en castellano se aplica el término viejo tanto a los objetos como a las personas.
En Argentina la palabra “VIEJO” se emplea con ternura para designar con ella a los padres. Para nosotros, los argentinos, el “viejo” es una persona madura, hombre o mujer con historia; el que ha hecho nuestro mundo; el que ha configurado la parte complementaria del “nosotros” sin la cual nuestra personalidad quedaría amputada, irresuelta.
Los hombres tenemos, en gran parte, lo que los demás nos transfieren (tránsfer y metáfora, del griego, vienen ambos del mismo verbo: transportar) –esto hacen los viejos-; también nos ayudan a percibir, configurar y determinar la realidad; nos inculcan hábitos o pautas que nos modela; nos tutelan para permitir el desarrollo de la inteligencia y el mundo afectivo.
“Clásico”, “viejo”, “mundo” es acumulación de conocimientos, sentido, cultura, sentimientos, experiencias a lo largo de la existencia; rememorar caminos, días pasados, viajes, recuerdos, olvidos.
“Mundo” es, en efecto, aquello que recibimos elaborado de quienes nos precedieron. “Clásico”, es decir viejo, es el mundo, el “Welt” (alemán; welt = hombre; alt = viejo, maduro, generación). Lo gerenacional debiera ser un contínuo articulado e interactivo, sin embargo, las brechas generacionales cada vez se ahondan más. Tal vez, no nos estamos dando el debido tiempo para que se posibilite el indispensable contacto entre dos generaciones, la que envejece y la que crece. Cada uno se conduce y se comporta según la situación de la relación interhumana en que se encuentra; es preciso, entonces, “marchar con”, “viajar con”, “compartir con” en una especie de solidaridad itinerante por el camino de la vida. Viajamos en compañía y es necesario y bueno que nos crean, nos escuchen, nos permitan el diálogo. Gracias al largo viaje y a los muchos diálogos Don Quijote llegó casi curado al final de su vida en compañía de Sancho “el bueno”.
La contextura de nuestro mundo actual, del mundo que habitamos, ha sido configurada por la transmisión de pautas que, desde nuestra niñez, nos han brindado las personas tutelares que son nuestros mayores. Nuestros padres trataron de incorporar nuestro ser a su mundo y, al mismo tiempo, sin darse cuenta, incorporaron su mundo a nuestro ser. Ver la realidad como tal se da en el marco y con arreglo a las pautas que nos transmiten; existir humanamente es “coexistir” con los otros (un Robinson Crusoe puro sentiría el “vacío” y moriría sin la existencia de una comunidad de hombres).
“Tercera Edad” es un invento francés que no tiene asidero ni social, ni antropológico, ni ideológico; es un eufemismo para evitar la palabra viejo, aparentemente peyorativa.
Un error es llamar al viejo “abuelo”; ésta es una titularidad que a veces el mayor no profesa.
Llamamos “Gerontología”, al estudio del envejecimiento normal en lo biológico, psicológico y social y “Geriatría”, al estudio de las modalidades del envejecimiento y las enfermedades que aparecen durante este proceso.
El envejecimiento es un proceso, no es un estado y por ello en inglés se usa la palabra “aging”. El viejo es una persona individual, diferente, especial, irrepetible, por ello conviene hablar “del viejo” y no “de los viejos” en general.
La lexicografía sirve, entre otras cosas, para conocer acertadamente el significado de las palabras; este significado se hace necesario para hallar una mirada válida de la realidad y no generar, indebidamente, estereotipos negativos. Precisar el lenguaje es entender mejor; es coincidir en la interpretación y brindar un plano de soporte conceptual para planificar y prestar servicios sociosanitarios a nuestros viejos.

Pueden comunicarse directamente con el autor:
Dr. Leonardo Strejilevich Médico
Neurogerontología – Neurogeriatría
Master en Gerontología Social
Universidad Autónoma de Madrid

Fuente: http://www.portaltercera.com.ar/sections.php?op=viewarticle&artid=79