Más de 150.000 mayores de 60 años viven solos en Capital
TERCERA EDAD : REPRESENTAN UN 24,2% DE LA POBLACION PORTEÑA DE ESA EDAD: LA MAYORIA SON MUJERES
Según los especialistas, influyen los cambios de los entornos familiares. Y destacan que muchas veces el que elige es el propio adulto. Además, remarcan que se trata de un fenómeno urbano.
Horacio Aizpeolea.
haizpeolea@clarin.com
Miércoles | 25.01.2006
Mientras que en el país los mayores de 60 años representan un 13% del total de la población, en la Ciudad de Buenos Aires son más del 21%. Este alto porcentaje encierra un dato curioso: de los casi 650 mil porteños de más de 60, unos 155 mil (24,2%) viven solos, según datos de la Dirección General de Estadísticas y Censos del Gobierno porteño.
La semana pasada una mujer de 69 años protagonizó una penosa noticia, al trascender que había permanecido dos días lesionada en el piso de su departamento donde vive sola, hasta ser descubierta por el portero. Difícilmente deba considerarse un episodio excepcional si se tiene en cuenta que de los 155 mil mayores de 60 años que viven solos, 120 mil son mujeres.
El médico psiquiatra Ernesto Gorelic, especialista en adultos mayores, ensayó la siguiente respuesta a ese fenómeno: "Socialmente, entre otras cuestiones, se acepta mucho más que el hombre viejo (separado o viudo) forme una nueva pareja con una mujer de su edad o más joven". La diferencia apuntada también se apoya en un dato incontrastable: en la Ciudad, se calcula, hay unas 250 mil mujeres más que hombres y la diferencia se acentúa con los años.
"No podemos dar una afirmación científica absoluta para explicar por qué tantas mujeres mayores viven solas, pero es cierto que, a partir de lo que vemos a diario, la mujer se maneja mejor sola que el hombre, se relaciona mejor, participa más en diferentes actividades", dijo Daniel Maglioco, a cargo de la Dirección General de la Tercera Edad del Gobierno porteño. Esta dependencia debería ya ir pensando en rebautizar su nombre: la Organización Mundial de la Salud, a partir del crecimiento en las tasas de esperanza de vida, ya habla de "cuarta edad".
Según datos de la OMS, en los países desarrollados, la esperanza de vida ya se ubica en los 77 años (en Japón roza los 80). Un informe del Gobierno porteño sitúa la expectativa de vida en la Ciudad, en más de 72 años. "Ya hay estudios que proyectan para el año 2025 una expectativa de vida rondando los 100 años", dijo Alejandro Barros, presidente de la Unión de Geriátricos, que reúne a unos 130 establecimientos en la Ciudad.
"La composición familiar de ahora es diferente a la de años atrás; antes, inclusive, una familia vivía en casas más grandes, donde la convivencia generacional no era tan complicada", explicó Barros. "Hay gente mayor que no quiere compartir todos los días su ambiente con hijos y nietos", agregó.
El médico Gorelic cree que "mayormente" la decisión de vivir solo "es una elección del adulto mayor". Según Gorelic, "en las provincias, en el interior, es posible que la tradición familiar siga manteniendo la costumbre de vivir con los viejos".
¿Qué lleva a una persona mayor a querer vivir solo? "A veces desean tomar distancia de la familia, porque ésta lo limita, sobre todo en el plano sexual. Y la vida sexual se acaba recién con la muerte. Usted no se imagina la rica vida sexual que hay en un geriátrico", agrega el psiquiatra.
"Un viejo —afirmó Gorelic— tiene la misma estructura psíquica que un adulto; lo que puede tener son limitaciones físicas".
La insistencia en mantener su privacidad, choca con el apelativo más usado para aludir a un adulto mayor. "Cuando se usa el rótulo de 'abuelo' (sin haber lazos de sangre o afectivos), entre otras cosas, se está asexuando a esa persona", dijo Gorelic, que prefiere hablar de "viejos, aún cuando tenga su lado peyorativo".
Libres y protegidos
Eduardo Paladini
epaladini@clarin.com
Protegidos, no asfixiados. Libres, no desamparados. Con las diferencias del caso, podría trazarse un paralelo entre la crianza de los chicos y el cuidado de los mayores. ¿Cuándo uno está realmente asistiendo y cuándo, molestando? No hay una fórmula aplicable a todas las familias. Sí podría decirse que los extremos, en general, no son buenos. La sobreprotección, además de desnudar miedos propios, impide que la persona crezca y se fortalezca. La desprotección, a veces maquillada como otorgamiento de "libertad", también aumenta la vulnerabilidad.