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Hay menos gasto social que en los 90

menos_gasto_social.JPGEl Indec informó que se estiró a 30 veces la distancia entre el 10% de la población con mayores ingresos y el 10% más pobre

El Gobierno alegó que mejoró el rubro social pero los números oficiales muestran lo contrario
Lo destinado a este sector está 9% por debajo de los niveles de 1994

La Nación
Domingo 19 de febrero de 2006

Una de las opciones más fáciles cuando un indicador económico no deja satisfechos los oídos del Gobierno es criticar la metodología con la que se confeccionó. Ese fue el camino por el que transitó la mayoría de los ministros de Economía de los últimos años.
La actual jefa del Palacio de Hacienda, Felisa Miceli, no fue la excepción. Cuando el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) comunicó hace 10 días que el abismo entre los que más ganan y los que menos ingresos se hizo más notorio, la ministra criticó el indicador que mide el gasto en salud, educación, agua potable y planes de empleo, entre otros rubros.
Sin embargo, el ministerio que conduce Miceli elabora y publica algunos números que explican el porqué del crecimiento de la brecha. Uno de ellos, quizás el más importante, sean el monto y el destino del gasto social. Y mal que le pese al Gobierno, el dinero que la administración de Néstor Kirchner destinó al gasto social está un 9% por debajo del la cifra que el ex presidente Carlos Menem asignó en 1994, y un 14,3% por debajo que en 2001, cuando se desató la crisis que pulverizó la convertibilidad.
Según los últimos datos disponibles en la Dirección Nacional de Análisis de Gasto Público y Programas Sociales, dependiente de la Secretaría de Política Económica, en valores constantes -es decir teniendo en cuenta la inflación- en 2004 se destinaron $ 45.569 millones de pesos, frente a los 56.055 millones de 1994 o a los 59.550 millones que se registraron en 2001.
Si bien los datos de 2005 aún no están disponibles en la dirección, las estimaciones privadas concuerdan que el gasto social aumentó pero que aún está lejos de los valores de la década del noventa. De un estudio del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa) -elaborado en base al aumento del gasto público total y al gasto público social en el presupuesto del año pasado- surge que en 2005 se utilizaron $ 51.038 millones. Es decir, se llegó a valores similares a los de 1993.
De acuerdo con las respuestas que da la población en la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), el Indec informó que en el tercer trimestre de 2005, el 20% de las personas que perciben ingresos en la Argentina se queda con el 53,6% de la torta, mientras que, en el otro extremo, un 40% de la población debe conformarse con el 11,7% de los recursos.
"La desigualdad aumentó de manera notoria; se situó por encima de Brasil. La Argentina es el país más desigual de toda América latina", dijo Jorge Paz, profesor del CEMA y de la Universidad de Salta.
Otro dato que demuestra el deterioro de la distribución del ingreso es la brecha entre lo que gana, en promedio, el 10% de las personas ubicadas en la franja más elevada y el decil más pobre. La diferencia entre una y otra punta es, al tercer trimestre del año pasado, de 30,8 veces. Y lo que es más ilustrativo es la tendencia, que cada vez más los aleja más: en el segundo semestre de 2004, la brecha había sido de 28 veces. Inmediatamente después, Miceli apuntó al organismo estadístico.
"La ministra dijo que la metodología del Indec no es completa porque no incluye el gasto social, pero lo que sucede es que el gasto social está por debajo de los niveles de los noventa", dijo Ernesto Kritz, director de la Sociedad de Estudios Laborales (SEL). "Lo que sí disminuyó es la pobreza y la indigencia, básicamente porque la clase media baja, que había caído a niveles de pobreza, salió. Además, muchos indigentes pasaron a pobres", agregó.
Según el experto, gran parte de la causa del fenómeno es la disparidad entre los salarios formales e informales, que supera el 40 por ciento. "La brecha entre salarios formales e informales ahora es mayor", sostuvo.
Eduardo Fracchia, director del área de economía del IAE de la Universidad Austral, dijo a LA NACION que la relación de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre era en la década del 70 de ocho veces.
"Eso se fue ampliando hasta llegar a 15 en los años 90, hacia fines de la década pasada llegó a 25 y ahora está en 30", agregó. Respecto de las posibles causas, además de la diferencia entre salarios formales e informales, Fracchia apuntó al tipo de cambio.
"El dólar alto hace que haya una mayor concentración de ingresos, va contra la distribución equitativa del ingreso porque concentra más poder en pocos sectores. América latina es muy rico, pero muy injusto", finalizó.
Vigoroso crecimiento
Jorge Colina, investigador jefe de Idesa, sostuvo que el vigoroso crecimiento de la economía choca contra los recientes datos del empeoramiento en la distribución del ingreso.
"Algunos datos del Ministerio de Economía dan pie a pensar que la distribución del ingreso empeoró. Uno de ellos es que el gasto social medido a precios constantes que está por debajo del promedio que tuvo en la década pasada", indicó.
Para Colina, la explicación de este fenómeno está en que la actual visión de la política social. "Probablemente motorizado por la emergencia social, el Gobierno ha concentrado su atención en el gasto asistencial, principalmente, el Plan Jefes de Hogar y los programas alimentarios, mientras que los principales componentes del gasto social, que son las jubilaciones, los sueldos docentes y los salarios del sector salud, han perdido mucho poder adquisitivo como consecuencia de la inflación", explicó.
El economista y diputado nacional por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Claudio Lozano, calificó de falso el argumento que utilizó Miceli. "El gasto social habría que medirlo globalmente, es decir no sólo incluir lo que reciben del Estado los que menos tienen sino también lo que se les da a los más ricos. Aquí entrarían los 4300 millones de pesos de exenciones impositivas que les dan a las empresas y que les generan mayores rentas. Si se hiciera así, la brecha sería más grande", dijo Lozano.

Por Diego Cabot
De la Redacción de LA NACION
Con la colaboración de Laura Ferrarese
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