Un impacto doblemente catastrófico
La pobreza es una desgracia para quienes la soportan y es una vergüenza para la sociedad. Cuando el impacto de la pobreza es sobre los extremos de la vida -la niñez y la vejez-, es doblemente catastrófico.
Si bien el proceso de envejecimiento provoca disminución en las capacidades de la persona, los sanos pueden seguir en actividad hasta el final de sus días. Lo que explica que habrá más adultos mayores con un envejecimiento lento.
Opinión
Por Marcelo Viale
Para LA NACION
Lunes 20 de febrero de 2006
Hay factores protectores del avance del envejecimiento, como pueden ser el entusiasmo por las cosas, niveles de educación adecuados, prevención en salud, actividad física, casa propia y familia. En el otro extremo, existen factores que atentan contra una vida sana: el analfabetismo, pobreza, desnutrición, tratamientos médicos continuos o la imposibilidad de llegar a ellos, depresión, aislamiento e institucionalización.
La pobreza, la mayoría de las veces, es el comienzo de la enfermedad. Todo el proceso de envejecimiento en estado de pobreza tiene factores biológicos y sociogénicos, es decir, marcados por la sociedad, que influyen sin tener relación con la edad. Por eso se dice: "El hombre no envejece, lo envejecen".
En nuestras instituciones públicas de internación, como las de salud mental, los pacientes entran por patologías de su psiquis y se quedan por pobreza. En los hogares de adultos mayores ingresan por condiciones de pobreza y permanecen por deterioro físico; lo que hace una diferencia con la institucionalización de los hogares con fines de lucro que la persona entra por deterioro de su salud, y continúa por alejamiento de su familia. Sólo un 20% de los residentes recibe visitas en los hogares y cuanto más tiempo de estadía tienen, éstas disminuyen.
¿Por dónde empezar? Ultimas estadísticas demuestran que en las grandes ciudades está la mayor concentración de estos grupos: como Capital Federal que posee el 22% de su población de tercera edad, de los cuales el 50% son mayores de 80 años, y le siguen la provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Mendoza.
Los cambios serán desde leyes que no permitan que este grupo reciba menos de lo necesario para su sustento, hábitat, vestimenta y ocio.
Existen en varias partes del mundo Activistas en Tercera Edad. En nuestro país, por el atraso en este tema, deberá ser activista toda la sociedad.
El autor es médico y emprendedor Social de Ashoka
Link corto: http://www.lanacion.com.ar/782281