En el paciente geriátrico es donde más se dan las condiciones para que un médico pueda ser negligente
“En el paciente geriátrico es donde más se dan las condiciones para que un médico pueda ser negligente”, según constata el presidente de la SEGG
“La Geriatría ha de terminar siendo implantada en todos los centros hospitalarios españoles”, insiste el doctor Isidoro Ruipérez
Madrid, 27 marzo 2006 (azprensa.com)
En el año 2050, más de 12 millones de los habitantes españoles tendrán 65 o más años. Este es sólo uno de los datos que pone de manifiesto la tendencia poblacional en nuestro país: el envejecimiento progresivo e imparable de la población.
Teniendo en cuenta estas previsiones, y otras como que de los 1.500.000 octogenarios que había en España en 2002, se pasará a 4,1 millones en 2050, el papel del médico geriatra es cada vez más y más importante en la estructura sanitaria española.
En este contexto se ha celebrado en Madrid, durante los días 23 y 24 de marzo, el III Curso Nacional de Asistencia Continuada en Geriatría, coordinado por el presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), el doctor Isidoro Ruipérez. La reunión científica ha tenido como objetivo dar respuesta a algunas cuestiones que se presentan habitualmente en el paciente geriátrico.
Tal y como ha explicado el presidente de la SEGG, “al médico acuden cada vez pacientes más añosos y, lógicamente, con patología más crónica, degenerativa e incapacitante”. Sin embargo, al mismo tiempo, “se puede comprobar que son también cada vez más frecuentes las evidencias científicas que demuestran lo mucho que se puede hacer en prevención, diagnostico y tratamiento de los muy ancianos, donde la variable edad, por si sola, no suele ser importante”.
El principal reto al que se enfrenta la Geriatría como especialidad es, en palabras del doctor Ruipérez, “que termine de implantarse en todos los hospitales españoles, que cualquier persona que lo necesite pueda acceder a ella”.
A juicio de este especialista, “hoy en día hay grandes diferencias autonómicas” y tanto los pacientes como sus familias demandan cada vez más ser atendidos por médicos especialistas en el cuidado del anciano.
Hacer frente a las negligencias
Uno de los principales objetivos del referido curso ha sido reducir a la mínima expresión la negligencia profesional. Y es que, según el doctor Ruipérez, “el médico es con frecuencia objeto de presiones y limitaciones para que restrinja recursos en la aplicación de las evidencias científicas”.
Estas presiones pueden generar dudas e insatisfacción en los profesionales y, “lo que es aun peor, actitudes negligentes con los pacientes”, entendiendo negligencia como “no hacer lo que hay que hacer”. “En el paciente geriátrico es donde más se dan las condiciones para que un médico pueda ser negligente y muy especialmente en el paciente geriátrico subsidiario de Asistencia Continuada”.
Según los expertos participantes en esta actividad, patrocinada por el Grupo Grünenthal y los Laboratorios Andrómaco, es necesario desarrollar estrategias de atención integral, progresiva y continuada por equipos multidisciplinares, con recursos sociosanitarios coordinados que constituyan la base de la atención geriátrica.
A juicio de estos especialistas, son necesarias estrategias que garanticen una atención de calidad en cada momento, y que sobrepasan con mucho a la atención clásica “a demanda” que ofrece el sistema sanitario.
Ejemplos de esta forma de abordaje son, a su juicio, programas de salud en mayores sanos, despitaje de deterioro cognitivo, entrenamientos cognitivos, intervención integral en pacientes con demencias y sus familiares.
Alzheimer
De entre todos las enfermedades que afectan al colectivo de los mayores hay una que es especialmente dramática para los pacientes y familiares y cuya prevalencia está aumentando por el envejecimiento de la población: la enfermedad de Alzheimer.
Según el doctor Ruipérez, esta patología “tiene un papel predominante tanto por su alta prevalencia, como por la comorbilidad asociada y por las graves repercusiones asistenciales que supone, tanto para el paciente como para la familia y la sociedad”.
A pesar de que la Enfermedad de Alzheimer no tiene cura, el presidente de la SEGG concluye que “los diferentes tratamientos, farmacológicos y no farmacológicos, consiguen retrasar la aparición de los síntomas, controlarlos mejor cuando aparecen y mejorar la calidad de vida del paciente y su familia”.