Gerontología - Universidad Maimónides

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Cerca del 10 por ciento de la población occidental tiene síntomas de artrosis

En el caso de la mujer, el tipo más prevalente es el que afecta a las articulaciones de la rodilla y de las manos, según se ha recordado desde la AEEM

Madrid, 27 marzo 2006 (azprensa.com)

La artrosis, patología por lo general vinculada al envejecimiento, suele empezar a afectar a partir de los 40 ó 45 años, aunque ello no quita para que pueda aparecer en jóvenes como consecuencia de traumatismos o problemas congénitos que afecten a la articulación.

“En el caso de la mujer -explica el doctor Santiago Palacios, presidente de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM)- la artrosis más prevalente es la que afecta a las articulaciones de la rodilla y de las manos. Entre las causas más frecuentes de artrosis en la mujer, destaca el uso de zapatos de tacón muy alto que hacen que la mecánica del pie no funcione adecuadamente, provocando que se lastime no sólo el pie, sino también el tobillo, la rodilla e incluso la cadera”.

En el desarrollo de esta enfermedad son también importantes otros factores de riesgo genéticos y medioambientales. Según el doctor Palacios, “aunque no se puede atribuir la artrosis sólo a una causa, los factores hormonales en la mujer, en concreto la disminución de estrógenos en la posmenopausia, son un factor de riesgo añadido frente a los hombres”.

Del mismo modo, todas aquellas personas que hacen mal uso o que abusan de la utilización de las articulaciones, como los corredores profesionales de maratón, futbolistas, etc., son más propensos a desarrollar la enfermedad. No obstante, nadie está exento de padecerla.

Como es de sobra conocido, el principal síntoma de la artrosis es el dolor. En estadios más avanzados, la enfermedad se presenta con cierto grado de rigidez, con limitación de los movimientos, mejorando cuando se pone en movimiento la articulación. Desde el punto de vista clínico y radiológico, la etapa más avanzada de la enfermedad revela un agravamiento del dolor, que aparece, incluso, en reposo y por la noche. “Todo esto -señala el doctor Palacios- supone un gran impedimento para la vida cotidiana del paciente y un empeoramiento de su calidad de vida. Incluso, en los casos graves y/o avanzados puede causar incapacidad temporal y hasta permanente”.

En el mundo occidental, al menos el 10 por ciento de la población tiene síntomas de artrosis, de los que el 50 por ciento necesitará tratamiento farmacológico.

Factores de riesgo

Aunque hay factores de riesgo sobre los que no se puede intervenir, como la edad, ser mujer o los antecedentes familiares, sí existen medidas para prevenir la enfermedad y que se deben mantener durante toda la vida. “Quizá más importante que conocer las medidas preventivas, resulte saber que éstas pueden y deben realizarse a lo largo de toda la vida de la mujer”, explica el doctor Santiago Palacios.

Así, una medida de prevención es evitar la obesidad, ya que produce una sobrecarga en las articulaciones. En este sentido, es necesario que la alimentación consista en una dieta equilibrada y sin excesos de grasas para evitar el sobrepeso. “En el caso de la mujer, la llegada de la menopausia y con ella la caída de los niveles estrogénicos, hacen que la obesidad sea más frecuente que en el hombre, por lo que la vigilancia de la alimentación y del peso corporal debe ser mayor”, señala el doctor Palacios.

Otro aspecto fundamental dentro de las medidas preventivas es el ejercicio. Según el presidente de la AEEM, “el ejercicio físico no es sólo un método de prevención, sino también de tratamiento, de forma que actividades como caminar 20 ó 30 minutos diarios, la bicicleta o la natación, contribuyen a fortalecer los músculos para evitar que la articulación quede flácida y con esto se pueda aumentar la rigidez”.

La artrosis es una enfermedad que hasta el momento no tiene cura, pero con un buen tratamiento se pueden obtener grandes beneficios, permitiéndoles a los pacientes llevar una vida prácticamente normal. “Actualmente, disponemos de medidas farmacológicas y no farmacológicas que permiten el control de la enfermedad y retardan su evolución”, según el doctor Palacios.