Menopausia: para algunas es un alivio; para otras, una etapa de duelo
La Organización Mundial de la Salud define a la menopausia como el cese definitivo de la menstruación y de la capacidad reproductiva, a raíz de la pérdida de la actividad folicular del ovario. Significa para la mujer el fin de su ciclo reproductivo, que se confirma luego de no tener períodos durante doce meses seguidos.No hay una edad establecida para la menopausia, aunque suele ocurrir entre los 45 y los 55 años. Los cambios físicos y psicológicos se deben a la falta de estrógenos. La psicoanalista argentina Mariam Alizade, autora del libro “Adiós a la sangre”, reflexiona sobre las conductas femeninas durante la menopausia.
La Gaceta - Tucumán 5/03/2006
El reloj biológico se detiene
En determinado momento, el reloj biológico de la mujer se detiene y ninguna de ellas puede escapar a los efectos de la menopausia. “No es sinónimo de vejez –señala Alizade, médica, psicoanalista y titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina–, pero sí una señal de alerta o un mensaje que emana del cuerpo”. Dependerá de la salud o de las patologías previas la forma en que cada mujer vivenciará esta etapa. También de los mandatos de la sociedad, que ordenan mantener la eterna juventud y belleza, y considera al envejecimiento como señal de decadencia y objeto de exclusión.
La suspensión de la menstruación sorprende de la misma manera que sorprendió el primer ciclo o menarca, sostiene Alizade. “El cese de las menstruaciones –remarca– implica un trabajo de duelo, de muerte y de transformación”. La mujer se despide, en principio, de la capacidad de reproducción, pero la fertilidad es sólo la punta del iceberg, el elemento fisiológico manifiesto, resalta.
Mensajes del cuerpo
Con la pérdida de la menstruación y la disminución de estrógenos (hormonas sexuales femeninas) la mujer siente disminuir la firmeza muscular, la tonicidad de los tejidos y la secreción vaginal, y un cambio en la distribución de la grasa corporal. Además, puede sufrir alteraciones en la memoria, aumento de la fatiga física y sensación de menor resistencia vital, entre otras manifestaciones.
Un síntoma común lo constituyen los trastornos vasomotores que se traducen como “calores” o sofocones. “El cuerpo es presa de una intensa sensación de calor que suele acompañarse de sudoración profusa”, indica Alizade. Pero indica precisamente que “los calores pueden ser tanto sede de sentimientos de angustia y depresión como fuente de placer”. Al respecto, remarca que varios autores observaron “un recrudecimiento de los impulsos libidinales al comienzo de la menopausia, siguiendo esta especie de desesperación final, por hacer que el cuerpo sienta al máximo”.
Quiénes son las que más sufren
“La mujer menopáusica es, en nuestros días, una mujer aún joven”, dice Alizade en su trabajo. Pero no todas se hallan en las mismas circunstancias para afrontar el trance. La eminente psicoanalista Marie Langer observaba, en 1951, que la mujer que concentró todo su interés en el culto de sus atractivos físicos y en la conquista del hombre, es la que sufre más por el advenimiento de la vejez.
La menopausia suele asociarse a los cambios de humor y a la depresión. No obstante, no hay evidencia suficiente de que por sí cause depresión; aunque sí es verdad que la psiquis expresa el cambio hormonal, como lo hace el cuerpo.
La presión social es un factor que puede influir en forma negativa, ya que la vejez no es vista con buenos ojos. Durante la menopausia la imagen corporal de la mujer sufre una metamorfosis. Debido a ese cambio, la mujer puede no gustarse físicamente, y entonces se siente insegura:
“La imagen se convierte en fuente de sufrimiento -opina Alizade-, y esto incide negativamente en la autoestima”. Por eso en las crisis menopáusicas que llegan a ser patológicas se observa la disminución de la autoestima y en algunos casos, una melancolía subclínica o “pequeña melancolía”, apunta la psicoanalista.