Gerontología - Universidad Maimónides

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El enfermo imaginario

En clave de comedia, Argan, personaje de “El enfermo imaginario”, de Molière, quiere casar a su hija con un médico para que éste se ocupe de sus dolencias. Pero si en esta obra del siglo XVII la “confusión” entre salud y enfermedad inspira una sonrisa, el provocativo informe que se publica en el último número de PLoS Medicine (www.plosmedicine.org), nos pone serios.

Nora Bär
La Nación
Ciencia/Salud
Miércoles 12 de abril de 2006

Coordinados por Ray Moynihan y David Henry, de la Universidad de Newcastle, Australia, once artículos llaman la atención sobre lo que sus autores consideran una “epidemia de promoción de la enfermedad” y analizan la tendencia creciente a transformar a las personas sanas en enfermos.
Los trabajos analizan varios “casos testigo”, como ciertas exageraciones difundidas sobre la disfunción eréctil, cuando se afirmó que podrían padecerla “más de la mitad de todos los hombres de más de 40 años”, o se sugirió recurrir a un fármaco “incluso si los problemas de erección se producen sólo una vez cada tanto”. Otro ejemplo es el del déficit de atención e hiperactividad, que alimentó un agitado debate por la difusión de conceptos que alientan a los padres a detectar en sus hijos desórdenes de aprendizaje que conducen a la necesidad de tratamiento farmacológico.
Para los autores –sanitaristas, periodistas, farmacólogos, médicos y antropólogos–, se están borrando las fronteras entre la salud y la enfermedad “para ampliar mercados”.
Y los responsables son tanto las compañías farmacéuticas y de relaciones públicas, como los grupos de médicos, las asociaciones de pacientes y los medios de comunicación. Todos podemos promover la idea de que ciertos aspectos normales de la vida son en realidad trastornos graves, muy extendidos, y deben tratarse con medicación.
“La promoción de la enfermedad es la explotación oportunista tanto de la ansiedad que inspira la propia vulnerabilidad como de la fe en el avance científico –afirman Moynihan y Henry–. Las consecuencias prácticas son que muchas de las campañas de alerta que nos informan contra las enfermedades son escritas por los departamentos de marketing de grandes compañías, más que por organizaciones con interés en la salud pública.” Y advierten: “Es un desafío que demanda una acción global”.

Por Nora Bär
ciencia@lanacion.com.ar
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