Gerontología - Universidad Maimónides

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Una reducción de apenas un 15% del colesterol malo baja el riesgo cardíaco

Surge de un estudio realizado durante 15 años a 12 mil personas de entre 45 y 64 años. Vieron que portadores de un gen registran esa baja, como si hubieran estado medicados.

Eliana Galarza
egalarza@clarin.com
MIE 12.04.2006

Desde que se sabe que el colesterol denominado "malo" es realmente muy malo para la salud, cualquier novedad que se relacione con su control es bienvenida. La más reciente proviene de un estudio realizado durante 15 años sobre 12 mil personas de diferentes etnias y con edades entre 45 y 64 años. Con ellos comprobaron que la reducción de un 15 por ciento de los niveles de colesterol LDL, el malo de la película, reduce el riesgo de aparición de cardiopatía isquémica, es decir, protege de uno de los trastornos que suelen afectar a las arterias. Una dolencia que genera riesgo cardiovascular al obstruir sus paredes y estrechar su luz.
La investigación fue realizada por equipos de la Universidad de Texas (UT), sedes Southwestern y Houston, y la Universidad de Mississippi, e hizo foco en comunidades de Mississippi, Minnesotta, Carolina del Norte y Maryland. El análisis que se hizo para comprobar ese índice fue muy completo, incluso hubo relevamientos genéticos.
Los resultados fueron publicados en The New England Journal of Medicine y ya empezaron a generar comentarios en la comunidad científica mundial. Marcelo Trivi, jefe de Cardiología del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires, comentó que este estudio tiene valor por sus resultados pero también por su metodología. "Trató de analizar en forma ingeniosa el efecto puro del colesterol LDL bajo", remarcó.
Como en muchos otros pasajes de la historia de la ciencia, hubo algo de azar. En realidad, los investigadores sólo pretendían examinar el efecto de una reducción específica de los niveles de colesterol LDL en individuos sometidos al mismo estrés ambiental.
Y para hacerlo estudiaron, además, la influencia de tres variantes de un gen llamado PCSK9, asociado con la disminución de colesterol malo. De esas tres formas del gen, las dos primeras son frecuentes en la población negra y están asociadas a la reducción de ese colesterol en un 28 por ciento. La tercera, más frecuente en la población blanca, lo reduce en un 15 por ciento.
Al examinar muestras de sangre de un estudio anterior, que se hizo para identificar si las personas voluntarias era portadoras de esas variantes genéticas, pudieron relacionar esa información con la incidencia de cardiopatía isquémica.
Según los autores, los resultados fueron sorprendentes. Las variantes asociadas a una disminución del colesterol LDL del 28 por ciento se interrelacionaban con una reducción de la incidencia de ese tipo de cardiopatía en un 88 por ciento. De hecho, sólo uno de cada 85 voluntarios negros portadores de la tercera variante del gen desarrolló la enfermedad. En el caso de la tercera variante (la que reduce el colesterol malo en un 15 por ciento), se relacionó con una disminución de la incidencia de la cardiopatía isquémica en un 50 por ciento.
Luego de presentar los resultados de cada relevamiento, sus autores hicieron hincapié en algunas recomendaciones. Y en otra curiosidad: los parámetros registrados en los voluntarios son parecidos a los evaluados en pacientes que reciben dosis bajas de estatinas, esas drogas cuya primera aprobación de venta en los Estados Unidos data de 1987. Alguna vez presentadas como un "milagro" para frenar al fantasma del colesterol malo, las estatinas atravesaron varias etapas. Hoy todavía tienen detractores y fervorosos defensores.
Para quienes participaron en el nuevo estudio, sin embargo, no caben dudas de que sus efectos son benéficos. Remarcaron que tienen utilidad y rescataron lo que consideran el mayor logro de esta nueva investigación. "Se ha demostrado la gran importancia que tienen los altos niveles de colesterol en el riesgo coronario", comentó Scott Grundy, director del Centro humano de nutrición de la UT Southwestern.
Con estos nuevos datos, el colesterol malo está un poco más acorralado. Se sabe dónde está, lo que provoca y, desde hace tiempo, se difunden recomendaciones para controlarlo. La batalla continúa.

¡Que viva el "bueno"!
Oscar Angel Spinelli
ospinelli@clarin.com

Un estudio de la Universidad de Indiana, publicado en marzo en el Diario del Corazón de EE.UU., agrega un dato importante: un alto nivel de colesterol bueno (HDL) es mejor que un bajo nivel del malo (LDL) para protegerse de un infarto. La definición aporta otra mirada sobre la prevención y las terapias. Como dijo William Tierney, líder del estudio de Indiana, que recolectó análisis de 7.000 pacientes, las guías corrientes sobre el colesterol se focalizan "en el nivel del malo". Pero los predictores fundamentales para un infarto son un ataque previo, la edad y el colesterol bueno bajo.


Más ejercicios y menos grasas

Se sabe que algunos fármacos ayudan a bajar los niveles de colesterol malo. Pero la mejor opción, en el día a día, es mantenerlo a raya con algunas medidas que se pueden aplicar con un poco de constancia:
* Evitar las grasas perjudiciales, como lácteos enteros, manteca, mayonesa, crema, pollo con piel, embutidos, fiambres con vísceras, cortes grasos de carne vacuna, coco, cacao, margarinas sólidas y productos procesados como los de repostería, pastelería, copetines, golosinas, comida chatarra en general.
* Darles prioridad a las grasas benéficas porque mejoran el metabolismo del colesterol. Están en aceites (oliva, maíz, girasol, soja), aceitunas, frutas secas (especialmente el maní), palta, cereales integrales, legumbres, germen de trigo, semillas de lino, pescados de mar y mariscos.
* Hacer actividad física porque controla el aumento de las grasas en sangre, como el colesterol malo y los triglicéridos. Como valor agregado, el ejercicio diario ayuda a elevar el colesterol bueno, el que tiene un efecto protector sobre las arterias. Las caminatas, nadar o andar en bicicleta son más recomendados porque, previo a una consulta con el médico, personas de todas las edades pueden practicarlas. La frecuencia ideal: no menos de 3 veces por semana, al menos 40 minutos por día.
* Tener en cuenta el estrés. Regular las emociones ayuda a evitar cambios metabólicos que provocarían liberación de catecolaminas (sustancias que pueden aumentan la frecuencia cardíaca y suben la presión), glucosa y ácidos grasos libres.