¿Es compatible la vejez con la seguridad vial?
Los cambios fisiológicos del envejecimiento pueden afectar a la conducción
Envejecer no es un proceso patológico pero hay parámetros físicos y psíquicos que comprometen la vida
El deterioro visual y auditivo propio del envejecimiento puede afectar negativamente a la conducción, sin embargo, cada caso merece una valoración indivudual. El sentido común y la vigilancia estrecha son las recomendaciones pricipales para determinar si los ancianos están o no capacitados para conducir
· Eva Sacristán - 02/04/2006
websalud.com
Sentido común y vigilancia estrecha son las recomendaciones óptimas para determinar si una persona mayor está o no capacitada para conducir sin poner en riesgo su seguridad y la del resto de conductores, ya que cada caso merece una valoración individual. "El envejecimiento no es un proceso patológico, pero hay parámetros propios del mismo, fisiológicos y psicológicos, que caminan muy en paralelo y hay que conocer e identificar, y que pueden comprometer la seguridad de los mayores de 65 años", explicó Susana Pacheco, psicóloga del Observatorio Nacional de Seguridad Vial, durante el foro "Envejecimiento y Seguridad Vial".
Dos ejemplos de estas características son la esterotipia que, además de producirse por una afección del lóbulo frontal, puede llevar a conductas esteriotipadas a nivel cognitivo que reducen la flexibilización de la reacción ante elementos imprevistos; o la reducción de la visión periférica, física pero también psíquica: "El anciano reduce al máximo todo lo que supone un coste de ansiedad excesivo y es más lento, lo que es una ventaja porque economiza energía, pero también puede ser un peligro", detalla Pacheco, asegurando que "las circunstancias de riesgo de los mayores en la conducción no son por acción sino por omisión de acciones que pueden comprometer su vida".
Las palabras de esta experta, que ha estudiado los casos de 19 mayores de 65 años accidentados, corroboran las advertencias de Jesús Minaya, de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, quien aseguró que la capacidad de conducción empieza a disminuir a los 55 años y se acelera a partir de los 65. En este sentido, Minaya señaló que "a igualdad de trauma, la gravedad de las lesiones tras un accidente, aumenta espectacularmente a partir de los 55 años", lo que implica hospitalizaciones más largas y mayor riesgo de complicaciones, pero que "sobre todo, es la mayor morbilidad coexistente en estas edades lo que puede impedir una conducción segura".
Alteraciones y patologías
De hecho, ya los cambios fisiológicos propios del envejecimiento pueden afectar negativamente, tales como las alteraciones a nivel visual y auditivo, la menor velocidad de conducción de los nervios periféricos y la alteración de la capacidad y control muscular, lo que da lugar a una lentificación psicomotora y aumenta el tiempo de reacción. Si a ello sumamos patologías como las cardiovasculares, neurológicas, endocrinológicas reumatológicas, y trastornos del sueño, junto a las enfermedades visuales y auditivas, el resultado es que "aunque en números absolutos, los mayores tienen menos siniestralidad, la relación con el número de kilómetros recorrido aumenta mucho el número de siniestros". En concreto, pasan de una tasa inferior al 7 por ciento (propia de conductores de entre 18 y 20 años) a alrededor del 26 por ciento a partir de los 70, según datos de un estudio europeo presentado en el simposio por Joan Serra, doctor en Seguridad Vial .
En cuanto al efecto de los fármacos, muy consumidos en estas edades, Minaya advirtió de que, sobre todo, pueden influir negativamente sobre la conducción los antihipertensivos, neurolépticos, antidiabéticos, ansiolíticos y anticolinérgicos, y que aumentan el riesgo de accidente la benzodiopecina, los antidepresivos y las insulinas. "A mayor número de patologías crónicas y polifarmacia, mayor probabilidad de accidente", dijo.
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