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Los capos del tango

los_capos_del_tango.JPGDe la Peña, Berlingieri y Ferrari, los maestros reunidos en un café

Osvaldo Berlingieri, Oscar Ferrari y Emilio de la Peña son tres de las figuras recuperadas en el proyecto tanguero producido por Gustavo Santaolalla, que mañana se presentará en el Teatro Colón

La Nación Espectáculos
Miércoles 23 de Agosto de 2006

Osvaldo Berlingieri todavía es recordado por sus arreglos para la orquesta de Pichuco que despistaban a los bailarines; Oscar Ferrari fue el cantor emblemático de Gobbi; y Emilio de la Peña fue presentado en sociedad en un concierto donde estaban desde Horacio Salgán hasta Cuchi Leguizamón.

Fue difícil rastrearlos y juntarlos. En una escala mucho menor fue casi el mismo trabajo que tuvieron que hacer los productores del “Café de los maestros” para reunir a todas esas glorias tangueras que mañana actuarán en vivo en el Teatro Colón, entre los que se encuentran desde Mariano Mores hasta Virginia Luque, pasando por antiguas figuras como Juan Carlos Godoy, cantor de De Angelis; Alberto Podestá, Gabriel “Chula” Clausi; arregladores como Atilio Stampone, Osvaldo Requena y Horacio Salgán, y directores como Leopoldo Federico, entre muchos otros. De ese largo listado de artistas también participan Osvaldo Berlingieri, Oscar Ferrari y Emilio de la Peña.

El punto de contacto entre estos tres artistas es su refinamiento, personalidad musical y también su bajo perfil dentro de la escena del tango, a pesar de la historia que tienen detrás de ellos. Berlingieri tocó con las orquestas de Domingo Federico, Edgardo Donato y Roberto Caló y fue arreglador y pianista de la orquesta de Aníbal Troilo. Oscar Ferrari fue el cantor preferido de Gobbi y José Basso, con el que grabó su exitazo "Venganza". Mientras que el pianista Emilio de la Peña creció en la orquesta barrial que tenía su padre en los años cuarenta, tocó en las matineés del Tango Bar y en los ochenta, apadrinado por Manolo Juárez, se midió con Horacio Salgán, Mono Villegas, Dante Amicarelli y el Cuchi Leguizamón. A su manera los tres son capos del tango que quedaron rezagados en la estela de popularidad y reconocimiento que gozan en la actualidad otros colegas. Pero están en el recuerdo permanente de los aficionados o de los propios músicos. Cada uno aportó su estilo inconfundible al "Café de los Maestros", que seguirá con una película y se terminará de plasmar con el show en el Colón.

-¿Este concierto lo viven como una reivindicación de sus carreras y de su aporte al tango?

Oscar Ferrari: -Más que una reivindicación lo vivo como la culminación de toda una trayectoria. Yo debuté en 1943 con Juan Caló. Llevo más de 63 años con el tango y jamás en la vida me hubiera imaginado que iba a subir al escenario del Colón. Este es para mí el punto mas alto de tantos años en el tango. Después de esto ¿qué más?

Emilio de la Peña: -En realidad, yo no sé si me lo merezco porque no tengo el currículum que tienen estas dos glorias que son Ferrari y Berlingieri. Yo toqué toda mi vida el piano. A los 15 ya estaba con orquestas en el Marzotto, en el Nacional y en el Ebros Bar, pero dejé la música como profesional, y sólo volví en los años ochenta, así que esta invitación fue una sorpresa para mí.

Osvaldo Berlingieri: -Yo lo siento como un homenaje al tango más allá de los nombres que participen. Menos mal que lo hizo alguien que no es tanguero, porque los tangueros lo hubieran echado a perder.

Los recorridos de cada uno son distintos. Vivieron el fervor de las décadas del cuarenta y del cincuenta, sobrevivieron como pudieron a los años de crisis del tango y dicen seguir intactos, a pesar del tiempo. "Nosotros pertenecemos a una generación que vivió la época dorada. Pero a pesar de que hubo épocas bravas, el tango siempre me dio de comer. Cuando me llamaron para el «Café de los Maestros» venía de hacer una temporada de dos meses en el subsuelo del Social Rivadavia de Mar del Plata. No estaba diez como a mí me gusta, pero no me faltaron recursos después de tantos años de oficio", confiesa Ferrari, que tuvo que resignar los años de gloria en locales legendarios como el Chantecler para ganarse la vida dignamente en locales del interior durante los años sesenta y ser revalorado como cantor de la orquesta de Beba Pugliese en los noventa.

Para Berlingieri, las cosas no cambiaron tanto. Siempre trabajó contra viento y marea, impuso su estilo inconfundible en la orquesta de Troilo -"cuando me bajaban la caña por hacer mis cositas en los arreglos", cuenta- y en el momento en que la cosa no caminaba se iba al exterior a juntar un poco de plata. "Yo en el peor momento, como le dicen, llegaba a tocar cuatro veces por noche, quince minutos en cada lado. Siempre toqué para turistas en lugares como el Viejo Almacén o en el extranjero. Es raro, pero no hay locales para tocar para los porteños", dice quien fuera director musical del exitoso "Tango argentino".

El caso de Emilo de la Peña es distinto. Toca desde los siete años y suele usar un latiguillo: "Cuando sea grande voy a ser famoso". En los tiempos de crisis, el pianista que aprendió de Gerswhin, Bill Evans y Francisco de Caro se refugió en su taller industrial. "Tenía el piano y el torno al lado. La gente venía a ver a ese loco. «El tornero que toca el piano», así me presentó Manolo Juárez en sociedad. A partir de ahí volví a trabajar", cuenta De la Peña, que en el disco se luce con su versión a piano solo del tema "Loca bohemia", de Francisco Canaro.

Cuando repasan su historia aparecen anécdotas y nombres legendarios como De Caro, Gobbi, Troilo, Salgán, Tarantino y Fiorentino. Pero todavía sienten que siguen rindiendo examen. "A mí me pasa que cuando salgo a un escenario siento que me están midiendo a ver cómo canta ahora ese tipo de ochenta años. Yo les muestro que estoy intacto", dice con un optimismo envidiable Ferrari, que dejó probada su calidad interpretativa con la participación en el disco en "Será una noche", acompañado por el guitarrista Bartolomé Palermo.

"Yo todo el tiempo tengo que dar examen. Incluso ahora -afirma Berlingieri-. Como quería hacer un tema mío en vez de tocar un clásico para el concierto en el Colón tuve que mostrárselo a este muchacho Gustavo Santaolalla. Por suerte le gustó. Es algo a lo que estoy acostumbrado y no me enoja porque antes en el tango siempre tenías que rendir examen cuando querías entrar a una orquesta". En el disco producido por Gustavo Santaolalla, el pianista reverenciado por su sonido se volvió a dar el gusto de dirigir a una orquesta para la versión de "A mis viejos", una de sus obras más conocidas.

En el escenario cada uno mostrará su propio estilo, inimitable a esta altura. En todo caso para tener referencias más cercanas se le puede preguntar a un abuelo quién fue ese hombre de un metro cincuenta que hace poco volvió a sacar un disco de tangos gardelianos junto al guitarrista Aníbal Arias y que quedó eternizado en la memoria por su versión del tango "Venganza" de Rubinstein. "Pensar que había tantos muchachos talentosos pero que no pegaron un tema y desaparecieron-dice Ferrari-. Yo tuve suerte de encontrarme con «Venganza». A mí mucho el tema no me gustaba, pero vendió como cuatro millones de copias. Yo no vi un centavo pero me permitió vivir hasta ahora. Para mí a la gente le gustaba esa frase que dice: « Esta es mi venganza, gritó como fiera/morí como un perro, como lo que sos »".

Cuando analizan la escena actual muestran sus diferencias. Berlingieri dice que a los chicos de ahora les hace falta más calle. "Podés aprender en un conservatorio, pero el tango no te lo enseña nadie. Se aprende solo". El "Tano" puede sonar sentencioso, pero su colega De la Peña le da la razón: "Hoy hay mucho pibe apurado que agarra una guitarra y ya quiere grabar un disco de tango enseguida. Yo tarde 56 años para grabar mi primer disco".

"Es verdad, antes la escuela era la orquesta y la noche, ahí aprendías todos los secretos", acota Ferrari. Igual el cantor, con la dulzura de un atorrante querible, da su diagnóstico. "Lo importante es que los pibes sigan con el tango porque así la historia continúa. Nosotros no le podemos decir cómo expresarse porque lo nuestro era otra época, hermosa, pero otra época. Ahora los chicos sienten distinto y está bien. A mí lo único que me interesan es que sigan con el tango. Nosotros ya estamos hechos."

Por Gabriel Plaza
De la Redacción de LA NACION
Para agendar

# Café de los Maestros, recital presentación del disco.

Teatro Colón, Libertad 621. Mañana, a las 20.30. Entradas desde $ 10.

http://www.lanacion.com.ar/entretenimientos/nota.asp?nota_id=833756