Sueños en punta de pie
Alicia Alonso
La talentosa bailarina y directora del Ballet Nacional de Cuba, que llegará al país para presentar el Quijote, está convencida de que vivirá 200 años y aseguró a LNR que aún hoy, a los 85, baila en su mente
La Nación Revista
Domingo 26 de Noviembre de 2006
Poesía pura, eso decían cada vez que Alicia Alonso subía a un escenario en puntas de pie y en sus movimientos cristalizaba los más disímiles sentimientos. “La danza es mi vida, lo que me da ganas de vivir”, dice la bailarina, de 85 años, desde su Cuba natal. Su voz encierra alegría. “¿Sabés por qué? –pregunta con cierta picardía–. Porque voy a vivir 200 años y eso me hace feliz.”
Alonso lo dice en serio. Está convencida de que algún día soplará las 200 velitas y quizás, por ese entonces, cumpla el sueño de llevar el Ballet Nacional de Cuba (compañía que fundó y dirige) a Titán, la luna de Saturno. “No se sabe muy bien qué hay ahí, pero dicen que es más grande que la Tierra. Sería maravilloso poder bailar ahí.”
Por un instante la muerte se hace presente en la charla, sólo por un instante, porque en un sacudir de manos liberador, como aquellos que espantan a los demonios, Alonso deja escuchar desde el otro lado de la línea ese movimiento que se apodera de su cuerpo. “Cuando llegue, llegará. No le temo. Pero no me gusta hablar de ella, no me atrae”, otra vez las manos se sacuden y el tubo del teléfono se pierde en enmarañados sonidos. “Por sobre todas las cosas, creo en la vida.”
–¿Y cree en Dios?
–Me crié en un colegio de monjas, pero yo no veo al dios de las estampas. Creo en el dios que todos llevamos adentro. Creo en la vida, en el ser humano.
–En el ser humano, ¿a pesar de todo?
–Claro que creo en el ser humano a pesar de todo. ¿Tú no? El hombre puede hacer cosas maravillosas; es increíble todo lo bueno que puede hacer con su mente, con su inteligencia, con su arte, hasta puede hacerse un doble. Por supuesto que están los otros, porque hay caminos distintos. Soy una amante de la paz. No creo en la guerra, porque la guerra es cuestión de ignorantes, de primitivos, de matar por poder. Creo en el sentido de la justicia, y si nos guiáramos por él, el mundo sería mejor.
En la isla más poblada y extensa de las Antillas, en la Cuba previa a la revolución, un 21 de diciembre de 1920 nació Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez Hoya. Hija de una modista de alta costura y de un veterinario militar, la pequeña Alicia encontraba en el movimiento la manera de expresarlo todo. “Me movía como una loca, con música y sin música.” Hasta que el ballet llegó a su vida, casi por casualidad. “Fui a una clase y supe que lo era todo para mí. Tenía nueve años.”
En la noche del 29 de diciembre de 1931, con 11 años, Alonso ofreció su primera gran actuación solista en el escenario del antiguo Auditorium de La Habana, interpretando el vals de La bella durmiente del bosque, de Tchaikovski. En ese instante, “supe que era todo lo que quería para mí”. Sesenta y cuatro años después, el 28 de noviembre de 1995, la prima ballerina assoluta ofrecía su última actuación sobre las puntas, en Farfalla, en la ciudad italiana de Faenza, como una de las personalidades más relevantes en la historia de la danza.
“Tengo la fortuna de ser feliz, porque toda mi vida he hecho lo que amo. Soy una privilegiada: he seguido a mi vocación. No ha sido fácil, pero lo he hecho.”
Con una sonrisa recuerda que su primer gran obstáculo para alcanzar la meta fue “que no se enterara papá”. Y, como en un sketch de alguna comedia familiar, Alonso cuenta cómo compartía con su madre una complicidad en pos del ballet. “En mi casa no se hablaba de arte; papá era militar y que su hija fuera por ahí bailando no era muy de su agrado.” Tuvo que pasar el tiempo para que, finalmente, aquel hombre descubriera el talento de su hija. “Cuando me casé con Fernando Alonso (Alicia tenía 15 años) me fui a los Estados Unidos para continuar estudiando. Papá pensaba que lo único que yo hacía era acompañar a mi marido, hasta que mi foto como bailarina apareció en la revista Life.” Eran otros tiempos, Estados Unidos y Cuba aún mantenían relaciones y no estaba mal visto que una chica nacida en La Habana apareciera en una revista como Life. “Mamá me contó que papá no paraba de mostrar y de repartir el magazine entre tenientes y jefes del ejército.”
Con tenacidad, constancia y amor propio, Alonso no bajó los brazos, a pesar de las advertencias de los oftalmólogos, que le anticipaban la pérdida de la visión. El peor de los pronósticos no se hizo esperar y Alonso sufrió desprendimiento de retina de los dos ojos. Los médicos le recomendaron, luego de varias operaciones, que no volviera a bailar. “Pero cómo no iba hacerlo: en el escenario era la persona más feliz del mundo a pesar de que no veía nada. Todo lo que estaba a mi alrededor lo sentía como parte de mí. Siempre, en cada operación, me ponía a bailar. Bailaba en mi mente, hoy lo sigo haciendo, sigo bailando en mi mente. Me veo en un escenario, luego una cortinita se abre para que yo salga a bailar.”
–¿Qué baila?
–Todo lo que he bailado; repaso cada uno de los ballets, cada una de esas noches. Allí estoy yo otra vez. A veces, me veo de azul.
–¿Por qué de azul?
–Mi color favorito es el azul. ¿Sabes por qué? Porque mi primer traje de Giselle fue azul y azul era el cielo que vi cuando me operaron de los ojos.
Y en puntas de pie y casi ciega, Alonso fue Giselle. “Tú eres Giselle”, le dijo un día Maurice Béjart.
“Nunca me he quedado del todo satisfecha con mis actuaciones –reconoce con cierta modestia–. Soy una persona muy estricta, muy exigente conmigo misma. Lo fui como bailarina, lo soy como coreógrafa. Siempre he buscado la perfección y nunca la he alcanzado.”
–¿Pero existe la perfección?
–No, pero es una buena manera de seguir intentándolo, de seguir buscando la forma de acercarse a esa incansable perfección. Siempre tuve la sensación, tengo esa sensación de que podría haberlo hecho mejor. Con el tiempo he aprendido que esa actitud es la que te da la energía para seguir intentándolo.
–¿A qué tuvo que renunciar para cumplir su sueño?
–Siempre hay muchas cosas que uno no puede hacer en su vida, en las que se cede porque manda la carrera. Pero no me arrepiento de nada. Nadie puede tenerlo todo. Además, no me gustaban las fiestas. Eran agotadoras; sí me gustaba la parte en la que se bailaba. También me gustaba mucho patinar, pero una vez me caí y me lastimé la rodilla. Ahí supe que no se trata sólo de lo que uno quiere.
Sobreviviente de una época de oro del ballet, las mejores cartas de presentación de Alonso siguen siendo los clásicos. “Los mantengo vivos. Las grandes obras no se destruyen; hay que conservarlas. Tú siembras un árbol que da magníficos frutos y comes los frutos. Por qué vas a cortarlo, si siempre va a tener esos maravillosos frutos. Esos son los grandes clásicos”, dice, mientras de fondo se escuchan voces, muchas voces cubanas.
Alonso conoció personalmente a Fidel tras el triunfo de la revolución, en 1959, y desde aquellos años siempre ha mantenido encuentros periódicos
–¿Cómo están los ánimos en la isla, luego de los altibajos de salud del Comandante?
–Aquí estamos ansiosos por festejar, el 2 de diciembre, su cumpleaños. Va a ser una fiesta. El se va a poner de pie y todo va a marchar bien.
Por Fabiana Scherer
fscherer@lanacion.com.ar
Para saber más:
www.aliciaalonso.com
Don Quijote en la Argentina
El Ballet de Cuba llegará a la Argentina para presentar la versión completa de Don Quijote, con la coreografía de Alicia Alonso, Marta García y María Elena Llorente, sobre la original de Marius Petipa y la versión de Alexander Gorski, con música de Ludwig Minkus y libreto y diseños de Salvador Fernández. Los roles principales serán interpretados por los primeros bailarines Viengsay Valdés (Kitri), Joel Careño (Basilio) y Carlos Quenedit (Torero). Se presentará los días 1º y 2 de diciembre en el Teatro El Círculo de Rosario, en tanto que el martes 5 y el miércoles 6 lo hará en el Teatro Coliseo de Buenos Aires.
El ballet nacional de Cuba
Es una de las más prestigiosas compañías de ballet del mundo.
Surgió en 1948, con Alicia Alonso como principal fundadora y primerísima figura. En 1950 se creó la Escuela Nacional de Ballet Alicia Alonso, anexa a la compañía profesional. Desde los inicios, su línea artística trabajó desde la tradición romántica clásica y, al mismo tiempo, estimuló el trabajo de coreógrafos que seguían una línea de búsqueda en lo nacional y en lo contemporáneo.
Hacia la perfección inalcansable
# Nació el 21 de diciembre de 1920, en La Habana, Cuba.
# Su debut escénico fue el 29 de diciembre de 1931, en el Gran Vals de La bella durmiente, en La Habana. Su última actuación sobre las puntas fue en Farfalla, en la ciudad italiana de Faenza, el 28 de noviembre de 1995. Alonso estableció un récord de permanencia aún no igualado.
# Su categoría de prima ballerina assoluta obedece a un vasto repertorio –132 títulos– que abarca las grandes obras de la tradición romántico-clásica y creaciones de coreógrafos contemporáneos.
# En 1937 llegó a los Estados Unidos y en 1940 ingresó en el Ballet Theatre of New York (entonces recién fundado, y ahora conocido como American Ballet Theatre), con esta compañía estuvo vinculada durante 16 años.
# En 1948, fundó en La Habana el Ballet Alicia Alonso, hoy Ballet Nacional de Cuba.
El ballet nacional de Cuba
Es una de las más prestigiosas compañías de ballet del mundo. Surgió en 1948, con Alicia Alonso como principal fundadora y primerísima figura. En 1950 se creó la Escuela Nacional de Ballet Alicia Alonso, anexa a la compañía profesional. Desde los inicios, su línea artística trabajó desde la tradición romántica clásica y, al mismo tiempo, estimuló el trabajo de coreógrafos que seguían una línea de búsqueda en lo nacional y en lo contemporáneo.
http://www.lanacion.com.ar/edicionimpresa/suplementos/revista/nota.asp?nota_id=860745