Queridas y siempre vigentes, estas figuras del tango gozan del reconocimiento de las nuevas generaciones
La Nación
Lunes 18 de febrero de 2008
Los años no vienen solos y los tangueros no están exentos de esta norma. A mediados de 2006, el pianista Horacio Salgán cumplió 90. Hoy llega a ese número Mariano Mores, que lo celebrará con una gran fiesta en Mar del Plata, y el viernes será el turno de Emilio Balcarce. Una interesante camada tanguera.
Mores, que sigue en plena e intensa actividad aunque pareciera que se despide de algunos escenarios de nuestro país por donde pasa, tiene un extenso currículum en el que, además de su labor como pianista y conductor de efusivas orquestas de tango, se destaca la obra compositiva. Fue y sigue siendo uno de los principales melodistas que dio el género. Tiene en su haber piezas muy conocidas. Desde "Cuartito azul" (su primer éxito), "Taquito militar", "Adiós, pampa mía", "Cristal", "Gricel" y "En esta tarde gris" hasta hitos como "Cafetín de Buenos Aires" y "Uno", con letras de Enrique Santos Discépolo.
Mores comenzó a frecuentar escenarios cuando era adolescente, como compositor relámpago, y poco tiempo después tuvo el padrinazgo de Francisco Canaro. Sin embargo, no tardó en ganarse su propio lugar en la escena musical, esa que aun lo tiene en actividad, con importantes producciones que en su elenco incluyen a buena parte de su familia.
Emilio Balcarce fue hasta hace muy poco director de la Orquesta Escuela de Tango. Por eso no es raro pensar que tangueros de las más nuevas camadas y estudiantes se den una vuelta por su casa, el 22, para saludarlo.
La Orquesta Escuela (que hoy lleva su nombre) fue el cierre de un extenso ciclo tanguero. Antes de cumplir 7 años, Emilio ya estaba estudiando violín, instrumento que lo acompañó en varias orquestas y conjuntos. Si bien a Balcarce durante el último tiempo se lo vio con un fuelle apoyado en la pierna, empezó a caminar el tango con el arco. Puso en el inventario del género temas como "La bordona", arreglos para Alfredo Gobbi, Aníbal Troilo, Leopoldo Federico y Osvaldo Pugliese (quien además lo tuvo en la fila de su orquesta durante casi dos décadas, hasta su partida hacia el Sexteto Tango, a fines de los sesenta). Quizá su labor de director había sido lo menos desarrollado. Por ese motivo, la Orquesta Escuela Tango, a mediados de los noventa, fue una buena manera de que su estilo y, sobre todo, su conocimiento tanguero tuvieran una continuidad en quienes toman hoy la posta del género.
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