Gerontología - Universidad Maimónides

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Asilo de ancianos

Por W.H. Auden

La Nación - ADN Cultura
Jueves 19 de junio de 2008

Todos poseen un límite: cada uno

Tiene un matiz de daño muy distinto. La élite

Es capaz de arreglarse por sí misma,

Caminar apoyada en un bastón,

Leer completo un libro, interpretar

Movimientos de fáciles sonatas.

(Pero acaso la libertad carnal

Es el veneno del espíritu:

Conscientes de lo que ha sucedido y el porqué

Abominan su tristeza sin lágrimas.)

Luego vienen los de silla de ruedas, el promedio

Que soporta la tele

Y guiado por amables terapeutas

Canta en comunidad.

Después los solitarios que musitan

Palabras en el limbo, y al final

Los que ya son del todo incompetentes

Y como una parodia de las plantas

(Ellas pueden sudar sin ensuciarse).

No obstante, hay algo que los une:

Todos aparecieron cuando el mundo,

A pesar de sus males,

Era más habitable y más vistoso

Y los viejos tenían auditorio

Y un lugar en la tierra.

(El niño reprendido por su madre

Podía refugiarse con la abuela para ser consolado

Y escuchar algún cuento.)

Hoy ya todos sabemos qué esperar,

Mas su generación es la primera

Que se ha desvanecido de este modo:

No en casa sino asignada a un pabellón, arrojada

Como se arrumban fardos indeseables.

Mientras voy en el Metro para estar

Media hora con una del asilo,

Recuerdo quién fue ella en su esplendor.


Entonces visitarla era un orgullo

Y no una caridad.

¿Seré tan frío como para esperar

Un somnífero rápido, indoloro;

O bien para rogar, como ella ruega,

Que Dios o la naturaleza precipiten

Su función terrenal?


W.H.Auden

Versión de José Emilio Pacheco
http://adncultura.lanacion.com.ar/1022876

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