Algunas veces la banana es un símbolo de modernidad. La firmada por Andy Warhol en la tapa del disco Velvet Underground & Nico no es la única. "Yo siempre como bananas", dice, en 2008 en Buenos Aires, la diseñadora Medora Manero, primera adelantada de la moda argentina. La que en los años 60 volvió prendas de culto las bombachas de gaucho, la que en lugar de abrigos usaba géneros para envolverse con mucho estilo, y la que por primera vez, también por aquellos días, dejó un árbol dentro de una boutique, detalle hoy muy de avanzada en Palermo Hollywood.
La Nación
Domingo 12 de octubre de 2008
En su local de Martínez, Manero, además, usaba el árbol como perchero y también exhibía la ropa en el piso, trajes de gasa incluidos. Pero sus clientes no tenían nada que ver con Tarzán ni con Jane: iba Amalia Lacroze de Fortabat, por ejemplo.
Ya entonces Manero comía bananas. Un día, con su tienda en la Galería del Este, salió a tomar aire por la calle Florida, vestida con botas verdes, medias de red verdes, minivestido verde de corte princesa y capelina al tono. Y comiendo una banana. Algunos porteños de look anodino se indignaron ante lo incomprensible y, tal vez para reafirmarse ante ellos mismos, le gritaban cosas como: "¡Loca!" Por toda respuesta, la chica de verde les hundía un puñal: "¡Atrasados!", los saludaba, y seguía comiendo la banana.
Ahora la diseñadora tiene 86 años, usa colores no tan verdes y detalles maneros como una larga cadena al cuello de la que cuelga un monóculo "para verte mejor", que, en realidad, es la mitad de unos anteojos de marco redondo que se partieron al medio.
Manero es tan canchera que, a pesar de sus 86, no se puede tratarla de usted . No sale. "La edad es mental. Todo es mental", dice, como una chica sabia, mientras hojea unos libros y folletos sobre el arte y la indumentaria en las culturas precolombinas, con intención de ponerse a hacer algo. Ya se verá qué. "Estoy aprendiendo muchas cosas", dice la mujer que nació en San Isidro, se casó con Gerardo Manero -"el primero en enseñar decoración de interiores en la Argentina"-, tuvo 5 hijos, ahora vive en San Telmo con uno de ellos, hace diseños por encargo y tiene cantidad de nietos por el mundo.
-Siempre estás trabajando en algo, con proyectos, con ganas de aprender...
-Cuando se tiene tanta edad se es una espectadora de la vida. Lo único que hice fue vivir, disfruté y vi mucho, y me parece tengo que sacar algo de todo eso. Tengo muchas ganas de seguir haciendo cosas.
-¿Como qué?
-Me gustaría hacer una galería de arte. Tengo la misma dirección de Zavaleta Lab, la galería que está acá abajo, así que me llegan cosas que son para ellos, a ellos les llegan cosas mías... Enfrente hay otra galería, Wussmann. Y me dan ganas de poner una galería privada. Acá en casa tengo pocos cuadros porque se los regalé a mis nietos, se los mandé a México, con bandejas de plata y otras cosas. Una amiga me preguntaba: "¿Pero la gente cómo va a entrar?" Y..., va a entrar como en tantas galerías privadas que hay en París: por una escalerita. A los vecinos seguro les va a gustar la idea: en este edificio viven un fotógrafo joven, una actriz francesa que se llama Tamara, una chica británica que trabaja contando cuentos en colegios donde hablan inglés...
-Pusiste de moda las bombachas de gaucho, los géneros autóctonos..., otra forma de elegancia, más relacionada con el arte. ¿Siempre fuiste así de moderna?
-Siempre fui de avanzada. Me parece que más que mirar para atrás, uno tiene que mirar para adelante. Aunque también sé mirar para atrás, porque he estudiado mucho, claro.
-¿Hoy ves algo que te sorprenda?
-Me parece que este país es muy culto. Más que moderno, lo veo actual. Y Palermo está bien. De los negocios de diseño sólo conozco bien Muchatela y Juana de Arco, pero veo que hay un local al lado del otro, y me interesan, me parece que tienen ganas. Pero no tienen tantos ni tan buenos materiales como teníamos nosotros cuando diseñábamos en los años 60, 70, 80, ni poder adquisitivo. Acá hay mucha cultura de todo tipo, pero no está muy difundido eso. Será porque en el mundo no es noticia lo bueno. De hecho, lo primero que hizo el hombre fue mentir y lo segundo, matar. La mentira de Eva, que gracias a eso estamos todos vestiditos, y después Caín mató a Abel.
-¿Cómo es tu relación con las nuevas generaciones de la moda?
-A Marcelo Senra le gustan mucho mis cosas, la mezcla de telar y telas. Y siempre están cerca Constanza Martínez, estamos armando un proyecto juntas, y Juana de Arco, para los que con mi hijo Nacho hacemos piezas de alpaca: algunas pecheras, collares, diferentes figuras... Se me ocurre ahora que también podríamos hacer corbatas de metal.
Silvana Moreno
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