El 9,9% de la población argentina es mayor de 65 años, según datos del Indec. El patrón demográfico se comporta de igual manera a la descripta por el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento norteamericano (NIA, por sus siglas en inglés), con un aumento proporcional superior de los mayores de 80 años; existe una proyección de 1.000.000 de personas de más de esta edad para 2025 (71% de mujeres). En tanto, el 28,3% de las personas con discapacidad de nuestro país son mayores de 65 años.
José Jauregui, Hugo Schifis y Sara Iajnuk
Para LA NACION
Sábado 3 de octubre de 2009
Ya no es infrecuente encontrar personas de 90 o 100 años. Sin duda, los centenarios, que por ahora son pocos (1855 en el país; 347 varones y 1508 mujeres), constituyen un grupo de interés y foco de investigación acerca de sus características socioculturales y biológicas. Se sabe que para vivir más y mejor hay que ejercitarse rutinariamente y llevar una dieta saludable y no en cantidades excesivas, así como tener buenos padres genéticamente hablando, si bien no es una regla que de padres longevos haya una descendencia longeva (sólo un 30%).
Por lo tanto, ya hay que imaginar una sociedad con más ancianos que niños y adultos jóvenes. Y se está a un paso de eso. Los interrogantes son quién generará los recursos para la jubilación, qué sistema de salud necesitamos para atender a esta población y cuánto ayudará la tecnología a las personas longevas.
Se debería debatir la edad jubilatoria. ¿Debe ser de más de 65 años, para mantener la masa crítica de aportantes? ¿Los sistemas de salud se deberán orientar más a los problemas crónicos y que generan discapacidad con menos tecnología y más soporte humano? Y hasta dónde la robótica, la informática y los desarrollos urbanos modernos harán que personas de 100 o más años tengan calidad de vida, puesto que por ahora sirven para cuidarlos, aunque no sabemos si ellos pueden usar los avances tecnológicos para ser autónomos y plenos.
Se podría pensar que a la luz de los conocimientos actuales, que dicen que los centenarios son fisiológicamente distintos, cognitivamente más aptos y con una reserva funcional mayor que los que no alcanzaron esta edad, son sólo sobrevivientes evolutivos, o personas con reservas biológicas mayores y con vidas más saludables.
Una sociedad científica puede pronosticar los problemas que se avecinan, pero sus resultados serían estériles si no son acompañados por una política de salud responsable, acorde con los adelantos que se obtengan. Y en esa política debería haber más recursos para la investigación.
La siguiente columna fue elaborada para LA NACION por los doctores José R. Jáuregui, Hugo A. Schifis y Sara Iajnuk, de la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1181810