I Conferencia sobre terapia celular y medicina regenerativa
El gen P53 es uno de los responsables de que animales que no regeneran sus tejidos, como el hombre, sean capaces de hacerlo por ellos mismos. Así lo explicó Juan Carlos Izpisúa, quien presentó un trabajo en el que mediante la implantación de este gen se puede “educar” a las células para inducir su desarrollo.
Madrid, 18 marzo 2006 (azprensa.com)
Entender los mecanismos por los cuales no se regeneran determinados animales, como el hombre, es el principal objetivo a estudiar por la medicina regenerativa. Así lo apuntó el investigador Juan Carlos Izpisúa, del Instituto Salk de California, durante la primera Conferencia Internacional en Terapia Celular y Medicina Regenerativa, celebrada recientemente en la sede del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC).
En esta línea, explicó que existen ciertas especies que tienen una capacidad innata de regeneración, como el ajolote, la salamandra o determinados peces, como el cebra. “Investigamos los mecanismos genéticos que están en la raíz de ese fenómeno y tratamos de inducir a determinadas células a que hagan algo que normalmente no hacen”, señaló. A este respecto Izpisúa presentó un trabajo —realizado en el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona— sobre la regeneración endógena de algunos animales (cuyos resultados están aún sin publicar), en el que han observado que manipulando genéticamente a un animal que no posee la capacidad de regenerarse —un pollo— se produce cierta inducción al desarrollo.
En ese sentido, dijo haber logrado identificar un par de genes implicados en ese proceso y cómo cuando éstos se colocan en un entorno que no regenera (el pollo) pueden incitar tal regeneración. “Cuando trasplantamos un grupo de células en el organismo tienden a desarrollar una función, pero para ello tienen que tener una forma, y hemos visto en los estudios que muchas de ellas migran y no se quedan en la zona en la que se implantan. Pero en un animal que se regenera esto no sucede y lo hacen igual que las que estaban y producen la regeneración completa, que es lo que se pretende”, explicó. El más importante es el denominado P63, miembro de la familia del P53, uno de los más importantes, porque suprime la aparición de tumores. Aunque este hecho —que se estudien genes con el mismo origen y aplicaciones tan distintas— pueda parecer curioso, la realidad es que la proximidad de estos genes tiene mucho sentido si se piensa que en la regeneración se produce una diferenciación celular controlada, mientras en el cáncer este proceso se da de forma indiscriminada.
Además, y según explicó Izpisúa, los humanos también somos capaces de regenerarnos endógenamente en estado embrionario, pero esta capacidad no se activa en la etapa adulta. “Lo que buscamos es la restauración de ese estadio”. “Ése es el auténtico breakthrough en medicina regenerativa, cómo educar un tejido que no regenera para que lo haga”.
En cualquier caso, el investigador advirtió de la importancia de no echar las campanas al vuelo y “ser muy cautos en un área en la que sabemos todavía muy poquito”, a pesar de lo cual se mostró esperanzado con la posibilidad de que, “mejor antes que después”, estos descubrimientos puedan ser aplicados en la clínica.
Otros proyectos
Izpisúa también habló de otros proyectos, como el iniciado en su centro de Barcelona —aprobado por la Comisión de Seguimiento y Control de la Donación y Utilización de Células y Tejidos Humanos—, que pretende la derivación de nuevas líneas celulares exentas de cualquier producto animal para, en el caso de poder ser utilizadas en un futuro como fuente de trasplantes, se evite esa presencia de elementos contaminantes procedentes de animales. Su primera fase consiste en poner a punto la metodología para cultivar, mantener y desarrollar células en ausencia de productos animales. Así, estimó que “en corto plazo” estarán disponibles algunos de los protocolos para mantener y desarrollar estas líneas”. La segunda fase contempla el uso de material procedente de la trasferencia nuclear “siempre que la futura Ley de Investigación Biomédica lo permita”.