Tengo suerte desde que nací
CHINA ZORRILLA
Hiperactiva a los 84, habla de su natural optimismo y reconoce que sufre por el conflicto de las papeleras. La opinión polémica de una mujer afortunada.
María Laura Santillán
28.03.2006 | Clarín.com | Mujer
Estás haciendo teatro, salís de gira, viajás todo el tiempo, trabajás sin descanso, ¿alguna vez estás cansada, China?
Estoy cansada siempre.
¿Siempre?
Soy tan normal que estoy cansada. Y estoy presa de una cosa muy querible —y que es un éxito—, que a mí me toma por sorpresa realmente. Hablo de Camino a la meca, la obra de teatro.
¿Hace tres años que la protagonizás?
Cuatro. El cuarto empezó en enero de este año.
Después de tanto trajín, de micros, de giras, ¿cómo hacés para hacer la función cuando no das más?
Estoy muy cansada y he visto un médico por esto. Y esto que te digo es verdad María Laura: yo cada vez que subo y dejo el escenario digo "gracias a la vida". Y se me va el cansancio. Yo tengo 84 años y hago una obra comprometida, con un monólogo largo y brutal, que por momentos me obliga a gritar. Y grito, y me voy a casa mejor que cuando llegué.
¿Tenés algún secreto? ¿Hacés yoga, tenés masajista, dormís muchas horas?
¿Sabés lo que tengo? Suerte (risas). Tengo suerte desde que nací.
¿Por qué sentís que tenés suerte?
Porque tengo 84 años, estamos en el living de mi linda casa, comiendo un queso rico y un vermouth rico, como Tato Bores. Además, porque hoy tengo un día de cosas que me divierten y porque estoy acá, en Buenos Aires, como si estuviera en la Costa Azul, en un sueño. Soy sana, tengo una amiga que me ayuda en todo, Laura, y tengo a Marta, que está conmigo desde hace 30 años. ¿Cómo eso no es tener suerte? Y soy optimista hasta el último minuto. Cuando está por pasar algo malo, si me está por pasar, no le regalo ni una lágrima a la vida. Cuando pase, lloramos todos. Por ahora, soy optimista.
Es muy difícil verte enojada.
Hasta cuando estás furiosa, tenés humor. ¿Cuándo fue la última vez que perdiste el control?
¿Qué me duele últimamente? No te voy a hablar de las papeleras porque yo soy uruguaya y argentina... Me paso la vida viviendo acá, con eso está todo dicho.
Me interesa conocer tu opinión sobre la instalación de las papeleras en Fray Bentos, que hoy enfrenta a argentinos y uruguayos. Imagino que este tema te debe provocar sentimientos encontrados.
Cuando alguien de mi familia venía para acá nunca escuché decir que "cruzaban la frontera". Después, cuando fui a hacer teatro a Londres, ahí sí sentí que cruzábamos la frontera y el océano. Ahora, analizando lo que pasa, se me ocurrió un argumento: cuando yo era chica, leía lo que decían los remedios, las contraindicaciones, si tiene más o menos de tantos años, "absténgase". Mucho tiempo después, esos remedios no tienen contraindicaciones. Finlandia tiene la obsesión de limpiar el medio ambiente. Es un país de igualdad social, de un respeto por el ser humano. Uruguay, en términos de historia no es nada, es un pedacito de Argentina que se separó, es un pedazo de Brasil geográficamente, es un estado de ánimo el Uruguay... Y que de golpe Finlandia mande acá algo que va a hacer morir a Uruguay, ¡es tan insensato! Y además, ¿quién soluciona el sufrimiento de tantas familias con chicos, que no pueden salir o entrar? Lo que antes era peligroso, hoy puede no serlo.
¿Estás informada?
Yo quiero que me diga cada uno su posición. Rara vez está la razón de un solo lado. Yo soy amiga de Tabaré y quiero preguntarle qué es exactamente lo que pasa. Todavía no pude hablar con la gente de acá. Si perjudican a alguien, que salten todos y que alguien tenga los cojones para cerrar las fábricas de cigarrillos, que se mueren de cáncer de pulmón mil personas por día.
¿Sufrís este conflicto?
Mucho.
Porque debés tener el corazón partido.
Mucho. Me duele. Es dificilísimo hablar de esto porque es realmente misterioso. Pero es espeluznante lo que sigue pasando acá.
¿A qué te referís?
¡A todo! ¡Los chicos que se mueren! ¡Que los chicos no sepan quién era Sarmiento! ¡No tienen la más puta idea! Los chicos se mueren de hambre y se mueren de hambre intelectual.
Te enojaste China.
Me enojé (risas). Eso me enoja, cuando hablamos de las cosas que no se hablan. Las papeleras son una circunstancia histórica. Y no va a haber ni una sola línea escrita sobre esto en los libros de historia. Puede ser que rompan relaciones, hoy en día las cosas normales ya no pasan más.
No puedo imaginar que uruguayos y argentinos rompan relaciones.
Yo un día prendí el televisor y había gente en la Plaza de Mayo. Invadimos las Malvinas.
¿Puede pasar cualquier cosa?
Cualquier cosa, las cosas normales no pasan más. Cuando vino el gobierno militar, yo no podía seguir viendo a la pobre Isabel en Casa de Gobierno, sentada en el sillón de Rivadavia con López Rega dándole letra para los discursos. ¿Y ahora? Treinta mil desaparecidos. ¡Nos acostumbramos! Yo me acuerdo del primer desaparecido de mi vida. "Se lo llevaron", dijeron. Nadie sabía, unos tipos entraron a la casa. Y después era: "¿sabés a quién se llevaron? Al cuñado de tal". Y nos acostumbramos. Y se llevaron a 30 mil. Si a mí me preguntás de qué me enojo, te digo que yo ya pasé todos los enojos en este país. Esto es superior al enojo, ¿te das cuenta?
China, ¿sos querida por todos?
No sé.
¿Cómo que no sabés?
Yo me he enterado de golpe de gente que, te diría, no me quiere nada. Y hablan de mí diciéndo: "la vieja de mierda".
(Risas). ¿En serio?
Te juro.
¿Quién va a decir eso de vos?
La gente que te quiere, te dice: "te quiero mucho". Yo sé de la gente que me quiere por el afecto que recibo cuando voy por la calle. Quiero hasta a los malos. Un chico que cae preso porque robó, que tiene cara de muerto de hambre y nunca supo lo que era ir al colegio o que la madre le dijera "tomate el café con leche que llegás tarde al colegio", me da pena. Me dan pena los delincuentes, me dan pena los presos... un país que le falta todo, en un país que debería tener de todo para todos y le falta todo... El padre tiene una jubilación y no la consigue. Y cuando la consigue, es muy poca. La abuela tiene una jubilación con la que se muere de hambre. Si sus padres comieran todos los días, no habría delincuentes. Somos todos culpables de los que después condenamos y mandamos a la cárcel. Ya no me duele si no me quieren todos. Con que me quiera la gente que me rodea, está bien. Me da mucha emoción que la gente por la calle me diga cosas simpáticas y me manden cartas.
Ahora que la expectativa de vida se estira cada día, ¿vas a pasar los 100 años?
No sé porque estoy cansada. Tengo una enfermedad que es fatiga crónica.
¿Por qué no viajás en avión, en vez de tomar tantos micros para ir y venir?
Porque le tengo terror. El primer avión me dio miedo. Y el último me dio miedo. Y me pasé la vida volando.
¿Con quién te gustaría charlar a vos que te gusta tanto la conversación? ¿Qué interlocutores son los que más te divierten o te entretienen?
¿Con quién me gustaría charlar que no conozco? Con Fidel.
¿Con Fidel Castro? ¿Por qué?
Porque quisiera preguntarle cosas. Siempre vi en él algo mágico. Y poco a poco me he dado cuenta de que se justificaron muchas cosas que no debían justificarse. En una carta de Saramago decía: "hasta aquí llegué". Y yo en mi alma hace tiempo que vengo pensando con respecto a mí, hasta aquí llegué con Fidel. Yo viví cuatro años en Norteamérica con todas las cosas malas y buenas que tiene. Yo festejé el triunfo de Fidel en Nueva York. No me quiero morir sin ver eso, sin ir a Cuba. No hay público más entusiasta, más fervoroso y caliente que el cubano. Se pueden morir de hambre, pero cantan todo el día. Y las dos cosas son verdad. Quiero conocer a Fidel y a Jimmy Carter.
Después de Elsa y Fred habrás conocido mujeres grandes que empezaron a fantasear con enamorarse.
Muchas. Absolutamente.
¿Se te acercó algún enamorado después de la película?
No tengo enamorados, tengo amigos. Yo en el fondo soy muy solitaria, me gusta estar sola.
http://www.clarin.com/suplementos/mujer/2006/03/28/m-00611.htm