Cuando la memoria falla
Adriana está preocupada. El lunes olvidó las llaves de la oficina en su casa, el miércoles pasó por alto involuntariamente el cumpleaños de su prima y durante el fin de semana no encontraba sinónimos para resolver un entretenimiento de palabras cruzadas.
Editora Médica Digital, marzo de 2006
Estas situaciones son habituales en personas muy ocupadas o que están atravesando situaciones conflictivas o estrés laboral, como ocurre al finalizar el año o en determinadas épocas, según el grado de exigencias. Muchas de estas manifestaciones pueden ser frecuentes y no implican problemas de salud. Sin embargo, cuando se presentan de manera continua es necesaria la consulta médica.
Sin duda es la falta de memoria lo que más preocupa tanto a los familiares de personas con Alzheimer como a quienes en esta situación notan, como Adriana que la memoria parece traicionarlos.
En una próxima nota, trataremos la problemática específica del paciente con Alzheimer, pero ahora nos referiremos a esas pérdidas transitorias de la memoria, esos olvidos que nos ponen tan malhumorados o nos pueden hacer perder oportunidades importantes.
Muchos consideran a la edad avanzada como una situación en la que habitualmente las personas pierden la memoria. Esta no es una verdad absoluta porque existen muchas personas con más de 75 años que viven solas, se desempeñan sin problemas en tareas semejantes a las que realizan a las personas de 40 y sólo pueden notar algunas pequeñas dificultades para aprender cosas nuevas. Ni qué hablar de esas abuelas que aprenden a chatear para comunicarse con sus nietos en el exterior o se conectan a Internet para conocer noticias publicadas en los principales diarios de sus países natales o enviar mails a sus amigas.
Tal como sucede con los músculos, la memoria también debe ejercitarse para mantenerse activa. A continuación le presentamos un programa de 10 pasos para mantener la memoria en forma. Estas recomendaciones fueron elaboradas por el Dr. Paul Takahashi, geriatra de la Clínica Mayo (EE.UU.) y experto en declinación cognitiva.
Paso 1. Ejercitar la mente
Aquel viejo refrán. "Nunca es tarde cuando la dicha es buena" se aplica perfectamente a esta situación. Nunca debe dejarse de lado el aprendizaje, siempre habrá "asignaturas pendientes" por el trabajo, los hijos o la situación económica. Por este motivo, propóngase algún nuevo desafío/curso. Estos nuevos desafíos estimulan al crecimiento y la vitalidad de las células nerviosas.
Algunos ejemplos que pueden ser de utilidad:
* Aprender a ejecutar un nuevo instrumento musical
* Hacer palabras cruzadas
* Reunirse con personas de grupos diferentes, con distintas experiencias vitales
* Iniciar o profundizar un hobby. Reunir material informativo en forma periódica, suscribirse a publicaciones específicas o concurrir a reuniones de coleccionistas
* Estudiar algún idioma o inscribirse en clases de conversación
* Participar en tareas de voluntariado, en el área que le resulte más gratificante
* Planificar lecturas que abarquen algo más que el periódico o las revistas de actualidad.
* Participar activamente de reuniones familiares, de consorcio, de juntas vecinales, etc.
Paso 2: Mantenerse físicamente activo
La actividad física no es un enemigo de la intelectual. Por el contrario, la realización de actividad aeróbica o incluso los ejercicios de pesas o resistencia pueden mejorar el flujo sanguíneo, reducir la presión arterial y mejorar globalmente la circulación sanguínea. También, contribuye a mejorar el estado anímico y a dormir mejor. Todo ello permite concentrarse mejor.
Paso 3: Comer y beber de manera saludable
El agua es esencial para el cuerpo humano y su falta produce grados variables de deshidratación que perturban las funciones neurológicas y cerebrales. Tenga siempre a mano un recipiente con agua pero evite las gaseosas y recurra al mínimo a las bebidas alcohólicas.
Una alimentación en la que formen parte protagónica los vegetales y frutas le asegurará la provisión de las vitaminas, de los micronutrientes y de los antioxidantes que lo harán sentir más fuerte, protegen las neuronas y reducen las chances de experimentar enfermedades crónicas.