Las fuerzas de la nueva "tercera edad"
Caminatas, shopping y un poco de sol, las actividades que más se disfrutan
Hay quienes piensan que la televisión no tiene nada interesante
Otros se encargan de sus nietos con la energía propia de un padre primerizo
Las claves de gente que se siente bien
La Nación
Domingo 2 de abril de 2006
Hay un encuentro al que Ricardo, de 86 años, no falta. Se levanta a las 10 -"un poquito más tarde que cuando trabajaba en la industria metalúrgica", dice con un guiño- y lee el diario hasta que es la hora de comer.
Después, sale para su cita. Apura el paso un poco. Camina unas cinco cuadras hasta el fin de la avenida Alvear y sube por el camino que desemboca en la iglesia del Pilar. Y allí respira aliviado: nadie le sacó el lugar en la plaza. El segundo banco de la derecha es suyo, desde ahora y por una hora más.
Es el tiempo que Ricardo se toma para disfrutar de algo para lo que pocas veces tuvo tiempo durante su vida laboral: permanecer por una hora cara a cara con el sol. "Uno se despeja y reflexiona sobre muchas cosas. No te sentás para descansar ni para que pase el tiempo. Pensar es un buen ejercicio", dice. Pero eso no es lo único que realiza Ricardo. Cuando acaba su tiempo de reflexión, inicia una caminata aeróbica de una hora. "Intensa", aclara. "La televisión no me interesa. No hay nada para ver. Lo más interesante está afuera", apunta.
En eso parece coincidir la mayoría de los adultos. "Anciana no soy, pero mis 81 años los tengo. ¡Qué le voy a hacer!", dice Cecilia. Y la aclaración llega después de contar que cada día camina diez kilómetros. "La mañana se me va en hacer las cosas de la casa, porque no quiero que nadie que me ayude. No tengo problemas para agacharme, limpiar y cocinar", asegura. "A la tarde, salgo a pasear", y cuando dice "pasear", se refiere a diez kilómetros de recorrido. "A las mamás las veo muy lejos de las ollas. Vivo en un edificio de departamentos y a toda hora llega la moto del delivery. ¿Los jóvenes ya no cocinan?", pregunta.
Catalina Berardi, de 71 años, y su amiga Ana María Albertelli, que no quiere revelar su edad, prefieren el arte al deporte. Les gusta caminar juntas, pero de paseo, y, si es posible, por galerías. Catalina aún no se jubiló. Difícil hacerlo cuando el presidente de la empresa es su marido. "En realidad, no trabajo... O sí, pero no formalmente. Igual me la paso todo el día de acá para allá... Ayer, por ejemplo, tuve que llevar a mi nieto a un cumpleaños: ir a buscarlo al colegio, bañarlo, vestirlo, llevarlo a comprar un regalo y dejarlo en la fiesta. El recorrido, después de ir a buscarlo siguió con hacerlo dormir y llevarlo hoy al cole. Después de toda la vuelta, me fui y volví en colectivo a Martínez. Al final del día me preguntaba por qué no estaba cansada. Y... serán las fuerzas de la tercera edad", dice entre risas.
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